jueves, 30 de diciembre de 2010

¡¡FELIZ 2011!!

¡Buenas pedaler@s!

Aprovecho mi/nuestro rinconcito para desearos a todos un Feliz Año 2011.
Espero que estéis pasando unas buenas Navidades, disfrutando con los amigos y la familia de estas fechas llenas de esperanza y grandes sentimientos.

A quienes, como yo, no puedan disfrutar de un (merecido) descanso, animarles... y que piensen que ya queda menos para la primavera.

¡A seguir pedaleando en el año que entra!

Lo siento, pero no había de los Tres Reyes Magos... ¡Felices Fiestas!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

LAS SIETE CIMAS

En mi anterior artículo, mencionaba las Siete Cimas y, como suele pasar, uno dice cosas que da por sentado que todo el mundo comprenderá, y no siempre ocurre así, por lo que voy a intentar explicar a qué me refería al referirme a las Siete Cimas.

Las Siete Cimas son las cumbres más altas de cada uno de los siete continentes (sí, geofísicamente son siete y no cinco).
No existe una lista aceptada universalmente, sino dos, ambas creadas por montañistas de prestigio: Richard Bass y Reinhold Messner, cuyas elecciones sólo se diferencian por la inclusión por parte del primero del monte Kosciusko (2229 metros), en Australia, que el segundo cambió por la Pirámide Carstensz (4884 metros), en Nueva Guinea. La cosa se complica cuando uno tiene conocimiento de que, aún así, hay una cima que mucha gente suele incluír, Mount Wilhem (4509 metros), en Indonesia, a pesar de que, generalmente, es considerada parte de Asia y no de Oceanía.

Nieve en el monte Kosciusko, en Australia.

Pero no es el continente austral la única región en la que se discute cuál es su pico más alto; en Europa nos encontramos con que el Elbrus, situado en la frontera entre el Viejo Continente y Asia, no es considerado por algunos como la cima más alta, inclinándose por escalar el Mont Blanc (4810 metros).
Aun así, los escaladores suelen inclinarse más por la lista confeccionada por Messner, por suponer un mayor reto alpinístico, aunque, de todas formas, muchos montañistas completan las cimas de ambas listas tan sólo caminando hasta la cima del Kosciusko australiano, además de subir el Mont Blanc.
Dicha lista es la que sigue:

África: Kilimanjaro (5892 metros)


América del Norte: Mount McKinley, también conocido como Denali (6194 mts.)


América del Sur: Aconcagua (6962 mts.)


Antártida: Vinson Massif (4892 mts.)


Asia: Everest (8848 mts.)


Europa: Elbrus (5642 mts.)


Oceanía: Pirámide Carstensz, también conocido como Puncak Jaya (4884 mts.)


Después de dirimir cuáles eran las montañas más altas de cada continente, tocaba escalarlas. Así fue como, en 1985, el norteamericano Richard Bass fue el primer hombre en completar su propia lista de las Siete Cimas. Un año más tarde, le seguiría Pat Morrow, el cual lo hizo siguiendo la de Messner (poco tiempo después se convertía en la primera persona en alcanzar las cimas de los picos de ambos listados).
A día de hoy, más de doscientas setenta personas han completado el desafío de conquistar las Siete Cimas guiándose por alguna de las dos listas.

En fin, que si alguien cree que tiene lo que hay que tener para subir todas y cada una de las Siete Cimas (sin importar cuál de las dos listas elija), que vaya preparando, además de cuerpo y mente, un buen fajo de billetes, que falta le hará.
Y, para aquéllos que no confían en poder llevar a cabo tan descomunal reto, que se animen con las Segundas Siete Cimas, que son las segundas cimas más altas de cada continente. El único problema; que incluye el K2...

jueves, 2 de diciembre de 2010

NIÑOS PRODIGIO DE LA AVENTURA

Hace unos meses, Laura Dekker, una joven de nacionalidad holandesa, partió desde las costas de Portugal rumbo a las Islas Canarias para completar el primer tramo de una vuelta al mundo sin escalas que le llevará unos dos años.
A primera vista, parece uno más de lo miles de retos que se anuncian a lo largo del año por parte de avezados aventureros, pero éste se trata de un desafío muy especial ya que esta aventurera tiene tan sólo catorce años.



La joven saltó a la fama el pasado año, cuando un juzgado holandés dictaminó que era una aventura demasiado peligrosa para una persona de su edad, por lo que le prohibió llevarla a cabo e, incluso, su custodia le fue arrebatada temporalmente a los padres.
El caso fue revisado en julio de este año y, tras contrastarse por parte de la justicia que la joven había adquirido la experiencia y preparación necesarias (¿con qué baremo se miden esas cosas?), dieron luz verde al proyecto y la familia de Laura inició los preparativos para salir cuanto antes.

Otro caso de “niño prodigio” que se ha podido ver este año en el mundo de la aventura es del estadounidense Jordan Romero, que se ha convertido en la persona más joven en subir el Everest… a los 13 años (cabe añadir que, también, finalizaba la conquista de las Siete Cimas).
El equipo de apoyo del joven estadounidense estaba formado por el padre de la criatura, Paul Romero, la experimentada escaladora Karen Lundgren y un puñado de sherpas que, al parecer, no tenían nombre ya que no mencionaron éstos en la web creada para seguir la aventura ni en la nota de agradecimiento emitida a la vuelta de la montaña.
Antes de Jordan, el récord lo ostentaba el nepalí Temba Tsheri, que ascendió la montaña con dieciséis años (en el descenso, sufrió congelaciones en manos y pies, por lo que le tuvieron que ser amputados varios dedos).
La cosa se enrarece aún más cuando, apenas unos minutos después de que Jordan Romero lograra su récord, Arjun Vaipai, de dieciséis años, se convertía en el indio más joven en alcanzar la cima.

Bien es cierto que los males que sufre el montañismo, algunos de los cuales lleva arrastrando desde hace décadas, son merecedores de un artículo aparte, pero, ante este tipo de acciones, uno se pregunta hacia dónde va el mundo de los deportes de aventura en general.
Porque, ¿qué se busca en estos casos? ¿Fama, dinero…? No sé por qué, pero no creo que todo se limite a ser el más joven del mundo en pisar el techo del mundo, cruzar el océano o saltar más alto. En los casos de Laura y Jordan, sus progenitores no han parado de repetir que se trataba de los sueños de sus vástagos, que ellos no tuvieron nada que ver en las decisiones que ambos tomaron… Entonces, ¿sólo se limitaron a darles el dinero para que cumplieran “su sueño”? Además, según la lógica de éstos, si el sueño de un niño de, digamos, seis años es conducir a toda velocidad una moto de gran cilindrada sin casco ni protección alguna, ¿se le ha de facilitar que lleve dicho proyecto a cabo?

Algunas personas pueden replicar que es algo común que chavales de quince o dieciséis años debuten en Primera División, que está visto como algo natural en la evolución de un jugador de fútbol. Y no sólo en el balompié; es muy común en los deportes mayoritarios que chicos y chicas en edad escolar se estrenen en la élite del deporte. Es más, hay ejemplos de ello incluso en algunos deportes extremos, como el kitesurf, donde la española Gisela Pulido ha sido campeona del mundo antes de cumplir los quince años.
Pero, señoras y señores, no estoy hablando de dar patadas a un balón, correr los 100 metros lisos o volar sobre las olas: Laura Dekker se enfrentará a peligros de todo tipo, desde alucinaciones causadas por la soledad a tormentas en mitad del océano, situaciones a las que deberá enfrentarse en solitario, sin ningún tipo de ayuda, más que la comunicación por radio: Jordan Romero se la jugó con la posibilidad de vérselas con una de ésas ventiscas que se forman a grandes altitudes en apenas unos momentos, con las rocas que caen desde arriba a velocidades mortales, con los embotellamientos en las llegadas a la cima que desencadenan catástrofes...
Admiro la pasión, la valentía y la determinación de estos dos jóvenes aventureros por llevar a cabo sus retos, pero repudio absolutamente el comportamiento de sus padres pues, sinceramente, creo que los progenitores de estos niños, que es lo que todavía son, han excedido los límites de la irresponsabilidad, dando paso a una locura en la cual han puesto la vida de sus hijos en peligro.

Menos mal que algunas personas se han dado cuenta de las locuras que se están intentando llevar a cabo con menores de por medio y están poniendo barreras para evitar desgracias. Por ejemplo, China y Nepal han limitado la edad mínima para ascender el Everest y otros de los picos más altos del Himalaya (16 años en ambos casos).
Por cierto, desde Nepal, llegaba hace un par de semanas la noticia de un padre que estaba intentando tramitar los permisos necesarios para que su hijo pudiera ascender el Everest.
El único impedimento es que su vástago sólo tiene 9 años.

Por cierto, si quieres seguir la aventura de Laura Dekker alrededor del mundo, puedes hacerlo en la web creada para la ocasión: www:lauradekker.nl

lunes, 25 de octubre de 2010

UNA ESCAPADITA A ENIX

Pues sí, por fin pude disfrutar de una buena salida a lomos de Claudia. Esta vez, para variar, dejé atrás la costa y me encaminé hacia Enix, en la sierra.

No me gusta mucho ir por asfalto a lomos de una BTT, menos aún cuando el aslfato lo compartes con cientos de coches, pero era la única vía para llegar a Enix "desde abajo" y poder volver por un camino de tierra (vamos, la única manera para hacer una ruta circular).

Resignado, avancé entre tantos coches, camiones, motos... desde Almería hasta Aguadulce, donde me paré a hacer una compra pequeña (¡¡me había dejado los bocatas en casa!!). Tras la parada, crucé esta ciudad, totalmente volcada con el turismo (lo que se traduce en una línea de costa llena de bloques de apartamentos) y me dirigí hacia El Parador de las Hortichuelas (que, más bien, es una especie de nexo de unión entre Aguadulce y Roquetas de Mar, convirtiendo la zona en una macro-ciudad de verano). Una vez allí, tomé el desvío hacia Enix, pasé por el campo de golf de La Envía... y comencé a llanear, y a subir, y a llanear, y a subir...

La verdad es que los desniveles para llegar a Enix por carretera no son especialmente complicados (algo repetitivos), así que, llaneando y subiendo, me planté en la calle principal. El cielo estaba cubierto por un telón de nubes grises que presagiaban una tarde pasada por agua, por lo que decidí no entretenerme demasiado haciendo fotos y comenzar la bajada.
El comienzo de ésta es algo técnico, con mucha roca suelta, pero nada complicada, aunque, eso sí, como pierdas el terreno de vista, besas el suelo (el que avisa no es traidor).
Después de este primer tramo de "rally", con partes de auténtico motocross, empieza una bajada... que te lleva directamente a Almería.
Eso sí, para hacerla hay tres opciones:
Primera; bajas a todo trapo, a mitad de camino te cruzas con un quad/coche/grupo de senderistas/cabra montesa... y al hospital.
Segunda; bajas a todo trapo sólo durante ciertos tramos y, en aquélla esquina en la que no veías qué había detrás, te topas de frente con un quad/coche/grupo de senderistas/cabra montesa... y al hospital.
Y tercera; bajas sin tantas prisas, disfrutas del paisaje, los animales que puedes observar (rapaces, zorros, cabras montesas...) y llegas a Almería de una pieza y sin 061 de por medio (previo descenso a todo trapo de alguna que otra cuesta, ya sabéis, para llegar un poco antes a casa...).

A pesar de que fue una salida corta, y por una ruta que ya he recorrido varias veces este año, me divertí bastante y no sufrí en exceso. Además, Claudia se comportó como una campeona y me recordó que está en su mejor momento.

Saludos a todos y, ¡nos vemos por los caminos!

viernes, 15 de octubre de 2010

DANDO SEÑALES DE VIDA

Buenas a tod@s,

Siento mucho esta pausa taaaaaan larga, pero es que entre los estudios y el trabajo, apenas tengo tiempo para actualizar el blog, pero me he propuesto postear al menos una vez por semana.

En fin, tengo varias cosas pendientes que contaros, entre ellas alguna que otra escapada por el Cabo de Gata y el desierto de Tabernas, así como mi segundo viaje este año por La Alpujarra, del cual estoy ultimando un "documental" para poneros los dientes bien largos.

El estrés me tiene de los nervios, pero, aún así, he podido hacer algunas salidas a ésos lugares de los que tanto os he hablado aquí, lugares donde uno intenta fundirse con la naturaleza... y lo consigue, olvidándose de todos los problemas por un tiempo y regresando a la "civilización" con las pilas cargadas a tope.

Antes de irme, me gustaría contaros una experiencia que me impactó hace poco y de la que guardo un grato recuerdo:

Cuando me dirigía a casa en mi bici tras haber concluído mi jornada de trabajo, me encontré con un chico que, con su bici cargada de alforjas y bolsas, estaba sentado mirando unos mapas.
Por curiosidad, me acerqué a él por si necesitaba algo de ayuda.
El joven tenía la piel quemada y curtida por el sol, y su forma de hablar era viva y llena de emoción. Me contó que había partido hacía ya meses de Holanda con rumba a España, tras lo cual cruzó el Estrecho y se plantó en Marruecos. Su intención era seguir la costa Mediterránea de África, pero las malas noticias que le llegaban de Argelia y Libia, unido a la desconfianza que le habían inspirado algunas zonas en Marruecos, le hacían dudar, así que había vuelto al otro lado para decidir qué hacer.
Le comenté que, según mi opinión, no debería seguir esa ruta, y menos a regiones tan complicadas como aquéllas, que intentara llegar a Egipto, por ejemplo, donde la situación parecía más estable.
Tras esto, me preguntó por algún lugar donde plantar su tienda y si existía alguna fuente cercana. Le dije que conocía un sitio perfecto a la salida de Almería y que yo mismo le podía dar algo de agua.
Mientras íbamos de camino, me explicó que había vivido algunas semanas en varios lugares y que estaba buscando algún "pueblo verde" para instarlarse durante el invierno. Además, creía en el karma y en que todo lo malo trae algo bueno y viceversa.
Una vez en mi casa, llenamos sus bidones y otras cuatro o cinco botellas de agua, además de regalarle una tableta de chocolate blanco.
Él no paraba de agradecerme que lo tratase tan bien (¿?) y que, algún día, mis buenas acciones se verían recompensadas.
Cuando nos despedíamos, caí en la cuenta de que no sabía su nombre ni él el suyo. Entonces, saqué la mano para estrechársela y él, con un gesto amable, declinó mi oferta y dijo que no hacía falta saber nuestros nombres, que haber compartido un rato tan entretenido era mejor que saber un dato tan inocuo para las relaciones personales.
Entendí perfectamente lo que quiso decirme.
El joven partió, perdiéndose rápidamente entre la multitud que paseaba a esas horas por el paseo marítimo.

Nos vemos pronto por aquí.
¡A darle a los pedales!

miércoles, 11 de agosto de 2010

TREKKING POR EL CABO DE GATA

Un vacío había ido creciendo en mi interior en las últimas semanas. Sabía lo que era, pero, por diversas razones, no podía centrarme en él por lo que intenté ignorarlo durante un tiempo, por lo que aquél vacío dio paso a la ansiedad: Cada célula de mi cuerpo fue invadida por una necesidad imperiosa que no conocía la negativa por respuesta.
Así que, cuando el pasado miércoles me desperté de repente en mitad de la noche, me dije a mí mismo que había que solucionar aquello. Alcé un poco más la voz y dije:
- Ha llegado el momento de salir a dar una vuelta.

El problema era que Claudia, mi bici de montaña, estaba en el taller debido a un problema en el pedalier y no estaría lista para el fin de semana, por lo que puse mis ojos sobre la flaca de carretera…, pero ésta carece de los ojales para anclar el trasportín.
La única opción era el trekking; caminar de un lugar a otro.

El destino, el Cabo de Gata, no es el mejor lugar del mundo para hacer trekking, y menos en verano con 40º que te abrasan durante todo el día. Es como un horno encendido las veinticuatro horas.

Aproveché la tarde del jueves para revisar el material, organizarlo y comprar algunas cosas que necesitaría para el camino.
El peso era mi obsesión. No quería cargar la mochila con demasiado material, pues eso ralentizaría mi avance, pero tampoco debía de ir muy ligero ya que ello significaría que faltaban cosas que, a la larga, me harían falta. Desde un primer momento, me decidí a no llevar conmigo la tienda de campaña, sólo el saco, lo cual me libró de cargar con unos tres kilos extra.
Por fin, conseguí un peso aceptable, llevando conmigo lo necesario para tener cierta autonomía durante las 72 horas siguientes.

El viernes por la tarde, salí hacia la estación de autobuses para coger el transporte de Almería a San José… ¡pero ya había salido! (¡Viva la puntualidad “Made in Spain”!).
Mientras daba vueltas por la estación, conocí a dos chicos austriacos que, mochila al hombro, me comentaron que también habían perdido ese autobús y que, si quería, podía acompañarles a las afueras de Almería y hacer autostop, lo cual acepté.

Hacer autostop en España es algo así como reafirmar la impresión general que la gente tiene acerca de los mochileros; que somos algo así como vagabundos o estudiantes ingenuos con mucho tiempo libre.
Tras casi veinte minutos asándonos bajo el sol implacable, un coche apareció en el horizonte. Sin mucha esperanza alcé el pulgar hacia arriba… ¡Bingo! El Jeep descapotable se acercó a nosotros y, para nuestra sorpresa, vemos a dos chicas en su interior.
Unas breves presentaciones, indicaciones de hacia dónde vamos… Uno de los chicos murmulla algo en alemán y obtiene respuesta en el mismo lenguaje, por lo que aparece en su rostro una sonrisa de oreja a oreja: Al parecer, Almería está llena de viajeros austriacos.

Llegamos a San José y paramos a tomar algo en una de las terrazas de la calle principal. Entonces, conversando acerca de cuáles eran los lugares de visita obligada de la zona, les hablé de la caldera volcánica de Níjar, un monumento natural en el que nadie repara, a pesar de ser gigantesco, pero quizá esto se deba a que está alejado del Cabo de Gata.
Como se me estaba haciendo tarde para buscar un lugar donde dormir en el saco, me despedí de ellos, no sin antes haber acordado encontrarnos por la mañana para ir a visitar el volcán.

Partí de San José en dirección a la Playa de los Genoveses con la intención de pasar allí la noche, pero me invadían las dudas ya que durante el verano es cuando más vigilancia hay por aquéllos lares, y no está el bolsillo como para pagar multas.
Salí a la luz de entre los pinos y me encontré con un paisaje idílico: La kilométrica playa de arenas blancas bañada por el mar en calma invitándome a darme un baño.
Instalé el campamento junto al blocao (un pequeño búnker de hormigón) cercano al pinar, organicé todo un poco…. y salí disparado hacia el Mediterráneo para que éste me recibiera dispuesto a que yo rompiera su calma.

Dormí bajo las estrellas sin que nada ni nadie me molestase a lo largo de la noche. Al levantarme, me preparé un desayuno ligero de cara al mar antes de partir hacia el punto de reunión en San José.
El sol seguía ascendiendo, surgiendo de las aguas, pero el calor empezaba ya a notarse.
Me encontré con los cuatro austriacos en la parada del autobús y, una vez dentro del Jeep, salimos del pueblo y, atravesando la zona de invernadero de Campohermoso, llegamos a la entrada de Níjar, en la cual nos desviamos para coger un pequeño camino de tierra que nos condujo hasta la misma base de la caldera volcánica.

La caldera volcánica de Níjar es impresionante. Se trata de un cráter perfecto tan enorme que, visto desde la autovía cercana, parece una sierra más con las típicas montañas bajas de esta parte de Almería. Lo único que llama la atención es una serie de aberturas en forma de V que dan acceso al interior del volcán. Por donde hace milenios la lava era expulsada del interior de la tierra, ahora se puede entrar andando sin temor alguno.
Anduvimos por la parte exterior del cráter un buen rato hasta que decidimos bajar al interior de éste y observar las formaciones rocosas que florecen allí. El suelo está salpicado por cientos de pequeñas rocas negras, algunas con un mineral translúcido parecido al yeso adherido a ellas.
El grupo estaba impresionado por la espectacularidad del paisaje. Nos costaba asimilar el estruendo, el calor, los temblores que sufrió la zona miles de años atrás, ahora en silencio.
Es la cuarta o quinta vez que visito aquél lugar y, cada vez que regreso, más difícil se me hace pensar en por qué no se promociona de manera alguna un monumento natural tan sorprendente.
Tras el paseo por el cráter, nos dirigimos al pueblo de Níjar para recorrer sus calles de casa blancas e interesarnos por las obras de sus artesanos, hábiles con el barro, los tejidos y el esparto.
Decidimos comer allí y, mientras estábamos a la mesa, recibí un mensaje de David, un couchsurfer alicantino con el que había charlado el día anterior para aconsejarle qué lugares del Cabo de Gata merecían una visita obligada.
Tras un breve intercambio de mensajes, David y yo quedamos para vernos en la Isleta del Moro y salir a dar una vuelta por El Playazo y Las Negras.
Me despedí de mis compañeros austriacos en San José, cogí un bus y llegué a la Isleta del Moro para conocer a otro compañero de viaje.



Panorámicas del exterior y el interior del cráter de Níjar.

La Isleta del Moro.

David, un alicantino en busca del viento para poder practicar kitesurf, y yo nos dirigimos entonces hacia El Playazo a bordo de un desvencijado Opel Astra.
Una vez allí, pudimos constatar que el número de turistas en aquélla playa era algo menor a lo que ambos habíamos visto en San José y Mónsul a lo largo del día.
Decidimos hacer una pequeña ruta hasta Las Negras, así que nos pertrechamos con lo justo para la excursión y partimos del lugar bordeando el castillo (convertido ahora en propiedad particular) que desde hace siglos vigila aquélla zona costera.

Panorámica de El Playazo. Abajo, yo en el camino.
Un viento suave erizaba el mar aquí y allá, por lo que las olas rompían contra los acantilados de roca caliza, rebosante de fósiles de conchas de almejas, reminiscencias de una época pasada, cuando casi toda la provincia se encontraba bajo las aguas.
El sonido de las olas en algunas de las cuevas horadadas por el agua y el viento en la caliza me hacía pensar en los rugidos y alaridos de los monstruos que pueblan los cuentos mitológicos.
El paso, aunque tranquilo, es rápido y, en poco más de media hora, llegamos a Las Negras, cuya silueta blanca se recorta contra un suelo oscuro de origen volcánico.
Tras unas cuantas fotografías y un pequeño descanso, volvemos hacia El Playazo, donde cogeríamos el coche para llegar hasta el pueblo.
De allí a la Cala de San Pedro distan unos cuantos kilómetros que sólo se pueden recorrer a pie en poco más de una hora.


Los acantilados calizos.

El shock sigue siendo muy grande, devastador e, incluso, triste en algunos momentos.
Poco o casi nada tienen que ver aquéllas calles con las que yo recorría de pequeño, cuando veraneaba en Las Negras con mi familia.
El pueblo por el que yo jugaba entonces era minúsculo, con unas cuantas casas apiñadas frente a la playa rocosa y otras más desperdigadas por las cercanías. Ahora, todo está dominado por la blanca uniformidad de las urbanizaciones. El ladrillo ha devorado el espíritu y el encanto que reinaban en el lugar, uno de los últimos refugios de la arquitectura tradicional de la zona.
Bares caros, cientos de casas de reciente construcción… Hasta un centro comercial.
En fin, una conquista más del imperio del ladrillo.

Tras dejar el coche aparcado al comienzo del camino de tierra y preparar nuestros equipos, David y yo partimos hacia uno de los lugares más emblemáticos y mágicos del Cabo de Gata: La Cala de San Pedro.
La caminata se hace amena por la conversación, por lo que el ritmo es bastante bueno y no siento cansancio por el peso que llevo a la espalda.

¿Cómo describir la Cala de San Pedro? ¿Cómo plasmar en unas torpes palabras la atmósfera que allí reina y se respira?
“Es como preguntarle al cielo qué ve”.
Se trata te una playa a la que sólo es posible llegar por mar o tras casi una hora de camino desde Las Negras, bajando por un camino estrecho moldeado año tras año por la gente que lo transita. No hay barreras ni cualquier elemento de seguridad; a un lado tienes la montaña y al otro, un impresionante barranco que da una costa abrupta salpicada de rocas.
Aun así, no se trata de un camino técnicamente complicado ni nada de eso; es, simplemente, una vereda marcada en la ladera de una montaña caliza.

Una vez acabado el descenso, tras dejar atrás una fuente de agua potable y los restos de una torre vigía rodeada por una pequeña zona boscosa (matorral más que nada), se llega a una playa de arena fina flanqueada por paredes de roca a ambos lados y que, a su vez, encierran el mar en una especie de cabo en miniatura.
Durante el día, la Cala de San Pedro es un mundo en miniatura donde conviven diferentes modos de ver el mundo: Hippies, neo-hippies, jóvenes aventureros…
Todos se mezclan por la noche y el ruido de sus instrumentos y el sonido de sus cánticos resuenan por todo el lugar y se alzan hacia las estrellas: Un remanso de paz en mitad de un lugar espectacular.
La Cala de San Pedro desde el camino.

Allí llegamos David y yo algo cansados por la caminata y por el ajetreo del ir de un lugar a otro casi sin pausa, pero disfrutando cada paisaje.
Nada más llegar, me lancé al agua. Bajo mis pies, arena. El cielo azul oscureciéndose sobre mí. Desde la playa me llegaba el sonido de una guitarra rasgando el aire.
“El Paraíso”, me dije.
Al volver a la orilla, me cruzo con dos mujeres semidesnudas que canturrean en la arena y que se mueven descalzas por entre las piedras, donde alguien lleva años construyendo una columna de rocas tras otra. En algunas de las piedras, caras esculpidas me recuerdan las máscaras africanas que venden en algunas tiendas de moda.
David salió a dar una vuelta y, para cuando regresa, ya casi es de noche y yo tengo mi saco de dormir extendido sobre la arena. Charlamos durante un rato y, tras deleitarme escuchando las canciones de un grupo de jóvenes, decido que es hora de dormir.

Rocas y esculturas en la orilla.

Antes de acostarme, echo un último vistazo al lugar; aquí y allá las fogatas iluminan grupos de gente en torno a ellas. No hace frío, pues todo está lleno de calor humano.

Por la mañana, y tras intentar retrasar el momento de la partida durante unas horas, nos ponemos en movimiento. David y yo decidimos regresar a San José, ya que yo había quedado allí con dos alemanas couchsurfers para el camino de vuelta a Almería.

San José, un lugar encantador durante el invierno, pierde todo su encanto durante el verano. Cientos de bañistas, niños chillones y sombrillas que apenas dejan un hueco en la orilla del mar son el motivo de ello, pero, en fin, el lugar vive de ello y es mejor eso que parecer un desierto.
Tras almorzar, fuimos a la playa y tomamos el último baño (al menos para mí) antes de volver a casa. Después, nos pusimos a resguardo del sol a la sombra de unas palmeras, donde dormité durante una hora o así, hasta que recibí una llamada de una de las alemanas, las cuales ya estaban allí y con las que departimos un rato.
David se despidió de nosotros y se encaminó hacia el albergue, donde se quedaría unos días más, y las chicas y yo regresamos en coche a Almería apenas media hora después de que él se fuera.

Las normas básicas de la Cala de San Pedro.

Una vez en casa, abrí el grifo, me recosté sobre la bañera y dejé que el agua fría fuera subiendo y subiendo hasta que me cubrió casi por completo. Mantuve los ojos cerrados mientras el nivel del agua iba subiendo y, cuando por fin los abrí, sólo pude observar el techo. No había música ni gente frente a las hogueras.

domingo, 18 de julio de 2010

EL VALOR DE TUS IDEAS... ¡PARTICIPA!

Hace ya algún tiempo que escribí un artículo dedicado a las bicicletas para gente con alguna discapacidad física, pero me siguen llegando mails acerca de éste.
Aquí os reproduzco una pequeña parte de uno de ésos correos que me han hecho sentir a la vez halagado y, por qué no decirlo, emocionado:

“Me gustó mucho tu artículo, sobretodo por hablar las cosas con naturalidad, no desde el punto de vista más común, el de: “Pobrecitos, no pueden hacer las mismas cosas porque están impedidos”. Lo hiciste desde la naturalidad y eso es algo que te agradezco mucho.”

Aunque suene algo repetitivo, la verdad es que uno escribe las cosas sin pensar en el qué dirán y tal, sino por simple diversión y por el deseo de ayudar, animar o expresar un punto de vista a los demás.
A pesar de que éste sea un pequeño rincón en un océano tan grande de información como es Internet, pongo en él mi esfuerzo y mi dedicación para que paséis un rato ameno leyendo acerca de nuestra afición favorita para, así, ir creciendo poquito a poquito para llegar a más gente.

Y para eso, para seguir creciendo, me gustaría contar con tod@s vosotr@s.
¿Te gustaría colaborar con el blog enviando tus reportajes, fotos, ideas, crónicas de viajes o sugerencias?
Pues es muy sencillo. Sólo tienes que enviarme un e-mail a Franarboleas24@hotmail.com con tu proposición y, en unos días, lo podrás ver publicado en Un Indalo Sobre Ruedas.
Anímate; seguro que tienes algún tema interesante sobre el que opinar o ilustrar al resto.

miércoles, 7 de julio de 2010

¡¡YA LLEGÓ EL VERANO!!

Es algo que nunca falla, casi matemático.
Llega el verano y salen ciclistas de hasta debajo de las piedras. Se puede ver en los paseos marítimos y las plazas de los pueblos bastante gente rodando de un lado a otro. También, en los foros de Internet, aparecen nuevos usuarios preguntando temas como rutas, componentes…

Eso sí, también casi matemáticamente, la mayoría de éstos “nuevos” ciclistas, desaparecerán durante el invierno. Es algo así como el ciclo natural del ciclismo en nuestras ciudades y campos: A tope en verano y cero patatero en invierno.
No sé si algún día llegaremos a niveles de uso tan grandes como en Holanda, donde, según un estudio, ya hay más bicis que habitantes, pero si se consiguiera motivar a esta gente (o a una parte de ésta) para que siguiera utilizando la bici en los meses más fríos, se ganaría un buen número de adeptos a este sistema de transporte.

Mi hermano (otro ciclista de "ida y vuelta") y yo en el Paseo Marítimo de Almería.

Y, ahora, unos consejillos prácticos para estos ciclistas “de ida y vuelta”:

EL CASCO SIEMPRE PUESTO Y BIEN ABROCHADO.
El que se dude de la utilidad del casco a estas alturas es algo que me saca de quicio, y más si se defiende su no utilización con excusas como el manido “de qué me servirá si me golpea un coche a 200 km/h”. Calcula las posibilidades de que eso te suceda y, luego, haz recuento de las veces que te la has pegado contra el suelo yendo a mucha menos velocidad.
Escenas como la que pude observar hace pocos días de una familia (papá, mamá y dos niños de 9-11 años), sin casco y circulando por el borde de la carretera son para poner el grito en el cielo y más allá.

LAS SEÑALES DE TRÁFICO NO SÓLO SIRVEN PARA APOYARTE MIENTRAS TE ECHAN UNA FOTO: RESPÉTALAS.
Sí, de verdad, que están puestas ahí por algo.
Y es que las señales de tráfico son la gran asignatura pendiente de todos los españoles, tanto si van en coche como en bici o tacatá: Hacemos caso de sus indicaciones sólo cuando la cosa está muy jodida (con los radares ni os cuento).
El problema, sobretodo en ciudad, es que estos ciclistas “de ida y vuelta” ignoran las señales y se mueven de un lado a otro por lugares habilitados para el paso de peatones, como los pasos de cebra y las aceras, lo que lleva a una mala imagen de los usuarios más habituales de las dos ruedas (ya sabéis, la manía de generalizar las cosas que tiene la gente).

CON 40º A LA SOMBRA A LAS DOS DE LA TARDE, LO MEJOR ES NO SALIR CON LA BICI.
Increíble, pero cierto: Parece que hay gente con tendencias suicidas que se lanza a pedalear bajo un sol inmisericorde a pleno mediodía, uniendo así los tres ingredientes principales para sufrir un golpe de calor: altas temperaturas, esfuerzo físico y deshidratación. No está la cosa para muchas bromas con la ola de calor que estamos sufriendo estos días…
Para esto, la mejor solución es NO SALIR ANTES DE LAS 7 DE LA TARDE (como mínimo) Y BEBER MUCHO LÍQUIDO DURANTE TUS SALIDAS.

Bueno, pero no nos pongamos políticos, que suficientes hay ya pululando por ahí fuera.
Si eres de los que prefiere tirarse el veranito rascándose la panza y con la bici aparcada en el garage “porque suficiente caña te has dado en invierno y primavera”, puedes disfrutar del ciclismo por la tele porque ya está en nuestras pantallas… ¡¡el Tour de Francia!!
Y es que, si hay algo que nuestros vecinos de los Pirineos saben hacer bien (aparte de los quesos, el vino, las mujeres, el cine, la torre Eiffel…), es organizar carreras importantes. Allá tenemos a Contador con ganas de su tercera victoria, pero Armstrong viene más fuerte y con más ganas que el pasado año.
No me extenderé mucho con este tema porque estoy preparando un especial sobre el ciclismo de competición… Además, que me emociono sólo de pensar en los etapones que vamos a disfrutar estas semanas.

Tened cuidado, nos os tostéis demasiado al sol (l@s que puedan) y ¡nos vemos por los caminos!

martes, 29 de junio de 2010

BICIVIAJEROS POR EL MUNDO

Un amigo mío, Carlos Quiles, lleva más de un mes dándose un "paseo" por Italia a lomos de su bicicleta.
Podéis seguirle la pista en su canal de Youtube, Carlos23568, ya que no lleva un diario de su viaje, sólo vídeos recogiendo sus experiencias y sus magníficas fotografías.
El suyo es un viaje que, sin duda, sacará a relucir la envidia de más de un@, ya que Carlos se guía únicamente por sus gustos, decidiendo cúando y dónde para. El plan "original" era cruzar Italia y llegar hasta Estambul, Turquía, pero se enamoró de Cerdeña, la cual abandonó semanas después de llegar.
Otro viaje, pero esta vez alrededor del mundo, es el que comenzaron hace un mes Álvaro y Alicia, los creadores de Rodadas.net, una de las mejores webs sobre cicloturismo.
Su periplo durará un año entero, en el cual cruzarán América de Norte a Sur, el Sudeste Asiático y Europa... aunque, como ellos mismos comentan, todo dependerá de cómo vaya transcurriendo el viaje.
En estos momentos, están en Canadá, tras una primera internada en Alaska.
Y es que el verano es la mejor época para viajar en bici, como demuestran los foros y páginas de cicloturismo.
La Transandalus está a rebosar de visitantes que ruedan en estos momentos por su trazado en todas las provincias andaluzas y una marea de bici-peregrinos se abre paso hasta Santiado de Compostela en las diferentes vías del Camino de Santiago. Además, constantemente, me llegan noticias de amigos que están en movimiento en España o el extranjero.
A quienes, como yo, no puedan disfrutar de sus vacaciones todavía, paciencia. Ya nos llegará el turno de darle envidia a los demás.
¡Saludos y nos vemos por los caminos!

lunes, 14 de junio de 2010

CABO DE GATA, LA RUTA PERFECTA

Mi primera ruta en bici fue por el Cabo de Gata.
Fue la expedición más simple que uno pueda imaginarse; agua, comida y una muda limpia, además de algo de dinero para poder alojarme en el albergue de San José. Sólo la bici y una mochila a la espalda para afrontar el camino, que, aunque no presentaba grandes dificultades, se me antojaba toda una aventura.


Mi primer viaje a lomos de Claudia por el Cabo de Gata.

La primera jornada la invertí en llegar desde Almería hasta San José, lo cual me hace sonreír porque tardé varias horas en cubrir la misma distancia que hoy cubro en menos de dos, pero aquél inexperto que era entonces se paraba a cada pedalada para echar fotos o empujar la bici por la arena.
El segundo día, hice una ruta de ida y vuelta desde San José hasta Rodalquilar que me dejó extenuado.

Rodalquilar durante otra de mis escapadas.

Ahora, vuelvo a recorrer el Parque Natural del Cabo de Gata varias veces a lo largo del año, no sólo por su proximidad a Almería, también, porque es un lugar maravilloso donde el paisaje tiene algo de hipnótico que te atrapa mientras lo recorres.

Cuando coincido con alguien que va a hacer una ruta, ya sea andando o sobre ruedas, por la zona, le recomiendo visitar dos lugares que nunca olvidará: La cala de San Pedro y la playa de los Genoveses, dos emplazamientos llenos de historia y belleza a partes iguales.

La Playa de los Genoveses, un lugar mágico y lleno de belleza. Kilómetros de arena y un mar cálido siempre en calma.

Otros lugares no tan conocidos son la pequeña comunidad de Los Albaricoques, utilizada como decorado en infinidad de westerns y, cerca de la localidad de Níjar, nos encontramos con una imponente caldera volcánica que nos hace ver el violento origen de la región.

San José al atardecer.

Aquélla es una tierra en la que puedes disfrutar tanto si eres historiador, geólogo, biólogo o un simple turista, ya que puedes disfrutar a la vez de playas, historia, naturaleza… todo ello en un espacio a primera vista infinito. Una geografía cremada por el sol y el interior de la tierra, donde he tenido la oportunidad de conocer gente pintoresca y muy interesante. Escritores, pintores, cineastas, o simples “vagaMundos”, todos con sus historias del pasado y sus proyectos de futuro.

En algunos rincones, uno siente que le invade una sensación de bienestar y paz. De repente, los problemas parecen algo lejano y te centras en disfrutar cada paso, cada pedalada y cada lugar por el que pasas.

La iglesia de Las Salinas.

No sé si debe al paisaje, al excelente clima o al sonido de las olas lamiendo la orilla, pero tengo la sensación de que el Paraíso es algo similar al Cabo de Gata.

miércoles, 9 de junio de 2010

ÉRASE UNA VEZ EN EL HIMALAYA…

Año 2004. Nepal.
Un vídeo recoge el momento.

De repente, la cámara enfoca a una persona que camina lenta, pero inexorablemente, hacia la cima. Casi parece un astronauta, con la cara oculta tras la máscara de oxígeno y el grueso abrigo de color naranja.
Con la ayuda de dos piolets, afianza sus pasos y se impulsa hacia delante. Alrededor, todo es hielo, nieve y frío.
(…)
Está en la cima. Ha llegado. Se apoya en los piollets para descansar unos segundos. De repente, de los abrigos y forros polares, surge un torrente de sentimientos en forma de abrazos y aspavientos de amistad y alegría, que, al igual que el sudor por los poros de la piel, surge de entre las gruesas capas de tejidos aislantes.
Lo ha conseguido.
Edurne Pasaban ha coronado el K2.


(Horas después, la tragedia sobrevoló aquélla expedición de Al filo de imposible. Durante el descenso, los pies de Edurne se hincharon y Juanito Oiarzábal, desorientado por el cansancio, pasó de largo por el Campo IV y se perdió, siendo rescatado horas después. Ambos sufrieron amputaciones en los dedos de los pies por congelación.)

Edurne Pasaban en la cima del K2, sin duda, su cumbre más sufrida.

¿Qué pasaría por la cabeza de la tolosarra cuando, hace unos días, se encontraba en la cima del Shisha Pangma?
Había cumplido su reto: Subir los catorce ‘ochomiles’. ¿Cuáles eran sus sensaciones mientras estaba allá arriba? Edurne asegura que no pensaba en nada especial sino que, simplemente, era una cumbre más.
Tampoco puedo hacerme una idea de qué fue lo que la impulsó a llevar a cabo tan agotadora y peligrosa empresa.

Fueran cuales fueran sus motivaciones, ahora su nombre se escribirá junto al de otros mitos de la alta montaña, como Carlos Carsolio, Wanda Rutkiewicz, Reinhold Messner, Hermann Buhl
No soy imparcial, ya que Edurne es mi heroína en el alpinismo, aunque, como sabéis, eso no me impide criticarla de vez en cuando. Desde mi punto de vista, sus disputas con la surcoreana Oh Eun Sun (miss Oh, para los periodistas de este país) no tienen importancia. El mismísimo Messner (el Maradona del himalayismo) la felicitó afirmando que su estilo era de lo mejor que se había visto en mucho tiempo.


MONTAÑA (ALTURA/AÑO)
Everest
(8848/ 2001)
Makalu (8465/ 2002)
Cho Oyu (8201/ 2002)
Lhotse (8516/ 2003)
Gasherbrum II (8035/ 2003)
Gasherbrum I (8068/ 2003)
K2 (8611/ 2004)
Nanga Parbat (8125/ 2005)
Broad Peak (8047/ 2007)
Dhaulagiri (8167/ 2008)
Manaslu (8156/ 2008)
Kangchenjunga (8598/ 2009)
Annapurna (8091/ 2010)
Shisha Pangma (8027/ 2010)

Edurne dándole a los pedales a lomos de su GIANT.

Muchas de las críticas que ha recibido durante estos años describían las expediciones como meros grupos de gente que llevaban a la tolosarra a hombros hasta la cima, le hacían dos o tres fotos y vídeos, y volvían a descenderla.
Para mí que los que dicen o escriben cosas así no saben mucho de la alta montaña, porque allí te tienes que valer por ti mismo, con tu esfuerzo y tus energías, pues pocas son las veces en que puedes detenerte para asistir a alguien cuyas fuerzas han flaqueado.
Además, como ha declarado en varias ocasiones, Edurne se considera una más dentro del equipo y no la pieza central de éste.

También, están aquéllos expertos que aseguran que Edurne no ha utilizado rutas muy
difíciles para hollar sus cumbres. Me pregunto si es que debería haberlas conseguido por el ‘estilo alpino’ o algo así, porque si no, no entiendo qué es lo que quieren decir con ello. ¿Rutas fáciles en un ‘ochomil’? Mmmm…
(El ‘estilo alpino’ se puede resumir diciendo que es aquél en que los montañeros que van a atacar una cumbre, transportan ellos mismos todo el material e instalan los campos sin la ayuda de sherpas ni ayudas de ninguna clase. Ya sabéis, eso de: “Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como”. Pues esto viene a ser lo mismo, solo que a miles de metros de altitud.
Por cierto, no sabéis la gracia que me hace oír a algunos alpinistas “puretas”, con su visión romántica de la montaña y dando palos a todo aquél que usa oxígeno, pero que no dudan en hacer uso de sherpas para que les instalen, uno tras otro, cada campo.)

Otros ataques tenían origen en el uso de oxígeno para alcanzar las cumbres, poniendo como ejemplo a la austriaca Gerlinde Kaltenbrunner, que lleva doce ‘ochomiles’ sin la ayuda de oxígeno complementario.
Como dije hace algún tiempo, para mí éste es un debate inútil. No considero el oxígeno ni una ventaja ni una ayuda; pienso que es sólo un sistema de seguridad más.
Qué preferirías tú: ¿subir sin oxígeno y exponerte a que tu cerebro cortocircuite y te despeñes seis mil metros o llevar un par de botellas a la espalda “por si acaso”?

También es cierto que, con todo el meollo mediático que se ha formado en torno a Edurne, parece que todo el alpinismo español está centrado sólo en su gesta, por lo que la gente ha olvidado a otras grandes montañistas españolas, como Araceli Segarra, la primera española que holló el Everest, allá por 1996.

Fotitos para Vogue: Todo estilo.

Ahora le llueven los premios y los homenajes, merecidas recompensas por tanto sacrificio, pero Edurne ya tiene en mente su próximo reto: Alcanzar la cima del Everest sin oxígeno.
Hay vida más allá de los catorce ‘ochomiles’.


Una foto inusual: Edurne tranquila y en reposo.

Edurne Pasaban ha coronado su catorceavo ‘ochomil’.
Un titular tan simple, pero, a la misma vez, tan lleno de esfuerzo y significado.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Bicis caras vs Bicis baratas (¡Quién dijo crisis!)

Antes de hacerme con la bicicleta de carretera, estuve buscando (durante bastante tiempo) una con la que poder ganar algo de fondo y disfrutar de las sensaciones que ofrece el rodar sobre asfalto.
En varias ocasiones, mientras leía artículos y comentarios en los foros de ciclismo en Internet, solía encontrarme con cosas como ésta:

Hola a todos. Soy nuevo en esto de la bici y me gustaría saber qué opinión tenéis de la B’twin Sport 1 del Decathlón. Es muy barata, pero tiene buena pinta.

Respuesta 1: Vaya p… m… de bici. No seas rata y gástate más y cómprate un modelo básico de BH u Orbea o una de segunda mano que las hay mejores. Las del Decartón sólo sirven cambiándoles el chasis, las ruedas, los cambios…

Respuesta 2: Por el precio que tiene y según el uso que le vayas a dar no está mal. Eso sí, a los tres meses estarás pensando en cambiarte de bici. Pesa como un muerto y el plato chico lo lleva de adorno. La gama Shimano que lleva es lo más bajo que hay.

Respuesta 3: Si piensas salir con un grupo, píntala para que los demás no sepan qué bici es y no pases vergüenza rodando al lado de bicis de más de 2000 euros.

Tras leer éstos y otros comentarios del mismo tipo, he llegado a la conclusión de que muchos de estos foreros suelen saltarse algunas de las reglas más básicas del sentido común y de la lógica de forma sistemática al juzgar una determinada bicicleta, pues, para ellos, es mucho más fácil hablar mal de una bici con la que no han rodado nunca que ir a una tienda y probarla.
Además, ignoran el hecho de que no todo el mundo puede gastarse un pastón en una bicicleta de calidad (¿quién dijo crisis?).

Habrá quien se esté preguntando si, a pesar de las diferencias en el precio, ambas bicis no sirven para lo mismo; pedalear y disfrutar de nuestro deporte. La respuesta es .
La diferencia está en el comportamiento de cada una sobre el asfalto.

Haré una pequeña comparativa para explicar esto último con más detenimiento.
En primer lugar, analizaré una máquina de 2.999 euros, la Specialized Roubaix Expert SL (no cobro comisiones; la he elegido porque la probaban en una de las revistas que compro cada mes).
La lista de componentes de esta bicicleta vendría a ser la siguiente:
Cuadro de carbono FACT 9r.
Horquilla de carbono.
Bielas, platos, desviador, cambio, palancas y cadena: Shimano Ultegra 6700.
Llantas de aluminio: Roval Fusée SL.
Cubiertas: Specialized Roubaix Pro II.
Potencia de aluminio: Specialized Pro Set. Manillar de aluminio: Specialized Pro Ergo. Tija de carbono: Specialized FACT. Sillín: Specialized Body Geometry Avatar.
Peso total: 7,9 kilos.


La Specialized Roubaix Expert SL, un misil de casi 3000 euros.

Y, en el otro lado del ring, os presento la B’twin Sport 1, una bicicleta básica con un precio de 299 euros.
Cuadro de aluminio 6061 T6.
Horquilla de acero molibdeno.
Bielas y platos: OUNCE (triple plato).
Desviador, cambio y palancas: Shimano 2200.
Cadena: KMC
Llantas de aluminio.
Cubiertas: Hutchinson.
Potencia con dirección integrada de aluminio.
Manillar y tija de aluminio.
Sillín: Royal Viper.
Peso total: 10,9 kilos.


La B'twin Sport 1, una bici perfecta para iniciarse.

Comenzamos por el tipo de material de los cuadros y las horquillas.
La primera diferencia (y la más importante) es que el carbono es mucho más ligero que el aluminio. Aún se mantiene la discusión de si la materia negra es igual o más resistente que el metal, aunque a su favor tiene que, si fabrican los monoplazas de Fórmula Uno en dicho material para que soporten impactos a más de 200 kilómetros por hora, por algo será…

El conjunto de la transmisión (bielas, platos y cadena) es una de las partes más elementales de una bicicleta y de estos componentes depende en gran medida la comodidad con la que rodaremos, de ahí la importancia de que debamos tener las máximas garantías con estas piezas.
Con esto no quiero decir que las piezas de marcas conocidas o más caras sean mejores que el resto, pero es lógico que no den muchos problemas. El pedaleo tiene que ser suave, sin roces de ninguna clase. Cualquier fricción nos obligará a aumentar la fuerza del pedaleo lo que hará que el cansancio aparezca antes.

Igual de importante es la confianza que tengamos del conjunto de cambios, desviador y palancas, pues éste es el que más quebraderos de cabeza suele dar.
Todos hemos oído alguna vez a un ciclista quejarse de que el cambio no iba bien y no puede bajar o subir a tal o cual plato o piñón; o que las palancas son muy duras al tacto… La mayoría de las veces se debe a un mantenimiento poco cuidadoso o por descuidar el material.

Un buen mantenimiento del desviador es fundamental para que funcione correctamente.

Las bielas deben ajustarse al ciclista y no sólo a la bicicleta, pues pueden generar problemas de rendimiento.
Un desviador, con un mantenimiento apropiado, funcionará como la pieza de precisión que es. Un desviador “malo” necesitará continuas regulaciones cada poco tiempo.

A todo esto, me gustaría resaltar una cosa: Shimano (o cualquier otra marca de componentes para bicicleta), no hace piezas malas y piezas buenas: con un mantenimiento y uso adecuados, todas funcionan a la perfección.
Por lo general, los aficionados suelen imaginar que, allá en el cuarte general de la marca, un grupo de ingenieros se sienta alrededor de una mesa y dicen: “Vamos a diseñar un cambio muy, muy bueno y espectacular”. Y, tras acabarlo, dicen: “Ahora, vamos a diseñar un cambio muy malo y muy cutre.”
La cosa no funciona así; cada grupo tiene un uso distinto y un mantenimiento que seguir para que funcione como un reloj y alargar su duración. Es algo que resaltan las propias marcas.
Pero, claro, siempre habrá quien, por desconocimiento o por querer pasarse de listo, se salte esas reglas básicas a la torera, lo que desembocará en continuos fallos mecánicos o de fiabilidad.

Los elementos de la transmisión son de vital importancia en nuestra máquina.

Las ruedas no suelen tenerse en cuenta a la hora de comprar una bici, aunque, con la actual fiebre del carbono, cada vez son más las marcas que apuestan por este material.
El caso es que las cubiertas son UN ELEMENTO DE SEGURIDAD de primer orden. Son el único punto de contacto entre tú y el duro y áspero asfalto. Por ello, un buen agarre en cualquier situación es vital, por lo que una buena marca siempre es bienvenida. Desconfía de los neumáticos de la oferta del 2x1 de las grandes superficies. En realidad significan: 2 cubiertas sin buen agarre x 1 ostión de los grandes.
Personalmente, me inclino por los neumáticos mixtos (uso deportivo y de diario), pues ofrecen buen agarre en todos los ambientes y, además, puedes darles caña bajando a todo trapo sin miedo a un resbalón ni nada parecido.
También, me gustaría hacer otro apunte: NO EXISTEN NEUMÁTICOS PARA LLUVIA Y PARA SECO. Lo que sí sucede es que el compuesto de algunas marcas y modelos los hacen ideales para uno u otro ambiente. De ahí a decir que son de uso exclusivo para mojado o seco… En cambio, sí existen modelos para competición o para rodar tranquilamente.

El sillín es otro elemento importante ya que de su correcta colocación depende la posición que adquieras en la bici y, por añadido, la comodidad con la que rodarás.
Tal vez, sea éste el elemento donde las diferencias entre marcas de calidad y las demás no influyen tanto; un sillín cómodo es un sillín cómodo, no importa si es de marca La Pava o San Marco.
Si tienes la piel del pandero sensible, te recomiendo que te hagas de una buena funda de gel. También, para los hombres, aconsejo el uso de sillines prostáticos para que no que no duerma “cierta parte” cuando llevas unas horas sobre la bicicleta.

Un buen sillín prostático para los chicos; la mejor solución para no sentir adormecimientos en ninguna parte "importante".

Tijas, manillares y potencias los hay de todos los pesos en aluminio y carbono, pero, de nuevo, es la materia negra la que gana en ligereza. De todas formas, las bicicletas actuales no son los hierros de antaño, por lo que, a no ser que seas un profesional o compitas a un nivel bastante alto, lo del peso de estos elementos, o de la bicicleta en general, tampoco es tan importante aunque, lógicamente, no es lo mismo ascender un puerto o correr un sprint sobre una bici de siete kilos y pico a hacerlo con una de diez.
Más peso = más esfuerzo = más cansancio.
A pesar de todo esto, lo más importante es el mantenimiento de todos y cada uno de los componentes de una bicicleta.
Ya sea Shimano Ultegra o Shimano 2200, si no mantienes cada elemento en un estado óptimo, te dará problemas demasiado a menudo.
No vale limitarse a un buen lavado tras cada salida. Hay que engrasar y lubricar las partes que lo requieran, revisar frenos y cambios antes y después de partir. He visto bicicletas con treinta años que funcionan como el primer día gracias a que sus dueños las han tratado como se merecen, pero, también, he visto bicicletas que, con apenas dos años, crujían por todos lados.
Eso sí, dejando el idealismo un lado, está claro que la Specialized es superior a la B’twin en todos los aspectos, tanto en acabados como en comportamiento, pero ambas son perfectamente válidas para salir a rodar unas horas por asfalto (la Specialized, incluso para competir).
Otra cosa que tiene a su favor la Roubaix es que, generalmente, los cuadros “de marca” tienen garantía de por vida. En cambio, los cuadros B’twin sólo tienen cinco, por lo que ya puedes empezar a rezar para no sufrir alguna rotura durante los próximos sesenta meses.

Entre estas dos monturas, existe un amplísimo abanico de marcas y modelos con precios ajustados o prohibitivos.
Por ejemplo, la magnífica Orbea Enol (repito: NO cobro comisiones. Además, donde se ponga una BH…), una bici que, a pesar de compartir el grupo Shimano 2200 con la B’twin, es el perfecto ejemplo de una bicicleta a un precio no muy elevado, pero con unos componentes más que sobresalientes.

La Orbea Enol ofrece calidad a un precio reducido.

Resumiendo: No se necesita un maquinón para disfrutar del ciclismo. No juzgues a otro ciclista por la bici que lleve y limítate a divertirte y apreciar este gran deporte.

viernes, 21 de mayo de 2010

NOVEDADES, RETOS Y COLABORACIONES

¡Buenas a tod@s!

Como podéis ver, le he dado un lavado de cara al blog, que ya lo iba necesitando, y he añadido algunas novedades como es una lista de enlances a las páginas webs que todo ciclista debería conocer. También, he añadido otro link permanente a mi canal de Youtube para que podáis disfrutar de los vídeos de mis viajes.

(Hablando de vídeos, en dicho canal podréis encontrar el que había elaborado acerca de mi viaje por La Alpujarra (http://www.youtube.com/watch?v=Emj0spW1uMY).
También, podéis ver el excelente reportaje que hizo mi compañero de viaje, Curro: http://www.youtube.com/watch?v=bV4WTEd1pOE)

Pendiente me ha quedado crear un álbum de imágenes en Picassa o Flickr donde subir fotos de mis salidas, pero es algo que agregaré en los próximos días.

En cuanto a mí, pues el viento me está impidiendo llevar a cabo un reto que ya he retrasado dos veces, recorrer los 100 kilómetros que separan Almería de mi pueblo natal, Arboleas, para lo cual ya he preparado la bici añadiéndole en el cuadro otro bidón y un acople de triatlón al manillar.



El nuevo portabidón.


El acople de triatlón.

La máquina y yo durante la preparación del reto.

También, decidí ponerle cinta dorada en el manillar aprovechando la instalación del acople y, la verdad, le quedó muy bien y vistoso.

La nueva cinta del manillar.

Bueno, espero que os guste el nuevo diseño del blog y que todos disfrutemos de él. Por cierto, si tienes alguna duda, sugerencia, idea, artículo... o, simplemente, quieres colaborar para que este pequeño rincón siga creciendo, sólo tenéis que enviarme un e-mail.

¡Saludos! ¡Nos vemos por los caminos!

domingo, 16 de mayo de 2010

RENOVANDO Y RESTAURANDO

Llevamos varios días con fuertes vientos en Almería, lo cual me ha impedido salir a rodar más de lo que me gustaría. Me he limitado a tres o cuatro tristes idas y venidas hasta El Alquián. Hace un par de días, a punto estuve de besar el suelo por culpa de una racha bastante fuerte e intensa que me alcanzó de lleno.
Finalmente, no pude acudir a la Marcha Ciclista Martínez Oliver por motivos laborales. Tuve que aceptar con resignación que me perdí la que, sin duda alguna, es una de las citas más grandes del calendario ciclista de la provincia. De todas formas, espero quienes hayan participado en ella, junto al grandísimo Miguel Induráin, lo hayan pasado fenomenal y disfrutado de un día grande y lleno de buenas sensaciones.

Aún estoy maravillado con la Peugeot de carretera. No cruje ni chirría y no se cae a piezas como más de uno pensaría. Es una máquina a la que, durante las últimas dos semanas, he estado cambiándole algunas piezas y agregándole otras.

Primero, me deshice de los neumáticos agrietados y bastante degradados por el sol (sobretodo el delantero, que parecía estar bronceado), y la calcé con unos Michelín Speedium 2 a juego con sus colores, amarillo delante y azul atrás.

La máquina con sus "zapatos" nuevos.

A continuación, le quité su viejo y deteriorado portabidón y lo reemplacé por uno nuevo, bajo el cual he acoplado una pequeña bomba de inflado. Para completar el conjunto, le añadí un bidón de la división de bicicletas de KTM.

Los nuevos portabidón, bidón y bomba de inflado.

El siguiente paso fue hacerme con un sillín prostático Velo, el cual regulé hasta la posición más cómoda para sentar mis reales posaderas. También, me hice con una pequeña bolsa para las herramientas, la cual puedo colocar tanto en el cuadro como bajo los raíles del sillín.

El sillín prostático Velo.

Aquí puede verse mejor la bolsa para las herramientas (o el móvil, o las llaves...)

Por último, le instalé un ciclocomputador, el Velo 5 de Cateye, que, aunque es el modelo básico (5 funciones), me inspira más confianza que el que tengo colocado en la bici de montaña (que tiene las mismas funciones, pero tiene un aspecto de baratija…)

El ciclocomputador Velo 5, de Cateye. Una herramienta muy útil y compacta.

Aquí os dejo algunas imágenes para que podáis apreciar mejor los cambios. Pendiente tengo el asunto de la cinta del manillar, la cual no encuentro en amarillo chillón (eso sí, en negro y rojo, todas las que queráis).
El siguiente paso será pintarla, para lo cual he decidido mantener los colores que muestra actualmente por ser una combinación vistosa y que me gusta bastante, pues le da cierto carácter a la bici en sí.

Me gustaría añadir que parte de los nuevos elementos los compré en una nueva tienda, Bicicletas M1, que abrió sus puertas hace menos de un mes, donde me aconsejaron sobre materiales y nuevos elementos para mi montura. Además, tienen el plus de tratar con una de mis marcas favoritas, Bianchi. Para los que seáis de Almería o alrededores, podréis encontrarla c/ Cardenal Herrera Oria nº 11.

Una vez listos todos los elementos de la bici, me dediqué a escoger un equipamiento más apropiado para la carretera, ya que, aparte de algún culotte, apenas tenía nada que no fuera para la práctica del mountain bike.

Ya antes incluso de tener una bici de carretera, me había llamado la atención la equipación para ciclismo de la serie Livestrong de Nike, una división creada junto a Lance Armstrong y su fundación contra el cáncer, pero es bastante cara (a lo que hay que sumar los posibles problemas en la aduana de los Estados Unidos).

Entonces, un buen día me dije: “Voy a crearme mi propia equipación Livestrong”… que venía significar buscar distintas piezas que combinaran los colores negro y amarillo.
Así, he acabado con un casco CR&M, un maillot sin mangas Spiuk, unos guantes para carretera Giro y, por último, un culotte negro B’twin.

Aparte de todos estos líos, también, he estado diseñando plantillas para unos adhesivos que voy a poner a mis tres caballos de acero.
En total, tengo tres láminas, una para cada bicicleta. Dos de ellas serán para las bicis de carretera una vez hayan recibido la nueva mano de pintura, y la otra, para la de montaña, mi querida Claudia, una máquina rutera donde las haya.

¡Ah! Para aquéllos que se pregunten cómo va la restauración de la Torrot, aquí agrego algunas imágenes que le hice poco antes de lijarla por completo, el cual fue el último paso hasta ahora. Llevo un tiempo sin haber ido al pueblo, pero espero poder “meterle mano” el próximo fin de semana y comenzar a pintar el cuadro y la horquilla.

La bici tal y como estaba el día que llegó a casa.

Comienzo el desmonte de todas las piezas.

El resultado final del proceso; el paso siguiente fue el lijado total de cuadro y horquilla.

En fin, que estos días no he podido salir mucho sobre las bicis, pero he currado un montón en ellas.
Espero volver a rodar pronto y traeros una buena crónica de una salida.

¡Saludos a tod@s!
¡Nos vemos por los caminos!

¡Ah! También le he metido mano al blog. En unos días os informaré de las novedades. Estad atentos.

miércoles, 12 de mayo de 2010

MUERTE DE UN ALPINISTA

Qué fácil resulta para algunas personas hablar mal y verter críticas acerca de situaciones y materias que desconoce.
Los comentarios que se podían leer en Internet sobre las noticias del fallido rescate y posterior fallecimiento del alpinista español Tolo Calafat son el ejemplo perfecto de ello.
A cada día que pasaba y la situación se iba tornando más crítica, mayor era mi indignación por algunos de aquéllos comentarios. Se escribían auténticos disparates (“a 8000 metros cualquiera piensa como al nivel del mar” ó “que envíen unos bomberos especializados”), producto del desconocimiento, generalizado, acerca del alpinismo. Había quienes, incluso, se lo tomaban a cachondeo y a risa.

Aún más lamentables fueron las declaraciones de Juanito Oiarzabal contra Eu-Sun Oh y los sherpas de ésta.
Cabe recordar que la surcoreana acababa de batir a Edurne Pasabán, compañera de Juanito en varias expediciones, en la carrera por ser la primera mujer en conquistas los catorce ocho miles.
Y digo “acababa” literalmente. Había llegado al campo base hacía unas horas.

Para quienes no hayan seguido la historia, la resumo brevemente:
El 27 de abril, tras hacer cima en el Annapurna (8091 m.), Tolo Calafat, Juanito Oiarzabal y Carlos Pauner comienzan un largo y complicado descenso.

Mientras que Juanito y Carlos llevan un buen ritmo, Tolo se encuentra cada vez más débil hasta que avisa por radio de que “ha perdido la huella”, es decir, cualquier rastro que indicara la dirección que habían tomado sus dos compañeros, y que ha decidido parar a descansar. Está a 7585 metros y le acompaña un sherpa, Sonam.

El Annapurna, una bestia de 8.091 metros.

Llega la noche y Tolo sigue sin ponerse en marcha. En el campamento base, Juanito y Carlos intentan convencerle de que se ponga en pie y comience a moverse, a lo que Tolo responde que no puede pues se encuentra demasiado débil y pide que le envíen ayuda. En mitad de aquélla fatídica primera noche, Sonam desciende al campo base y el mallorquín se queda completamente solo en la montaña.
Mientras tanto, el campo base, adonde Juanito y Carlos llegaron en helicóptero desde el Campo 4, es un hervidero de actividad. Todo el mundo está dispuesto a colaborar en una misión de rescate. Nada más bajar del transporte aéreo, Juanito comienza a bramar contra la surcoreana y su equipo ya que, según su versión, había ofrecido una cantidad de dinero a los sherpas de la expedición de Eu-Sun Oh a cambio de que subieran a buscar a Tolo, pero éstos no aceptaron la propuesta porque aún estaban cansados del día anterior.
Entre tanto, Pauner pide a otro sherpa, Dawa, que suba e intente encontrar a Tolo. El valiente porteador acepta y se enfrenta a una ascensión de más de diez horas en mitad de una ventisca, alcanzando los 7900 metros, pero sin encontrar ni rastro del alpinista español. La esperanza se va apagando hasta que, finalmente, los equipos de rescate vuelven al campo base dando por muerto al alpinista mallorquín.
Pero el asunto sigue candente, pues Oiarzabal, antes y después de su regreso a España, se pasa horas en los medios de comunicación despotricando contra el equipo surcoreano. A la historia del alpinismo patrio pasarán frases como: “Si veo a la coreana le arranco la cabeza” y: “Teniendo cinco millones de presupuesto no han puesto ni un puto metro de cuerda.”


Al mismo tiempo, los expertos del mundo del alpinismo comienzan a cuestionarse puntos clave de la expedición: ¿Por qué no abortaron la ascensión conociendo que llegarían a la cima demasiado tarde? ¿Por qué se quedó un sherpa junto a Tolo, y no alguno de sus compañeros? ¿Cómo es posible que no se dieran cuenta de las dificultades del mallorquín durante el descenso?
Demasiados interrogantes y pocos protagonistas dispuestos a hablar honestamente. Lo único seguro es que, por desgracia, Tolo se ha convertido en el vigésimo tercer español en morir en una cumbre del Himalaya, sumándose a una lista demasiado larga en la que figuran Iñaki Otxoa, Xavier Ormazabal, Félix Iñurrategi y ‘Atxo’ Apellániz entre otros.

Respecto a Juanito Oiarzabal sólo puedo decir una cosa; se me ha caído el mito.
Es, sin lugar a dudas, uno de los más grandes alpinistas de todos los tiempos (sexto hombre en subir los 14 “ochomiles” y el que más veces ha ascendido picos a esas alturas, con un total de 24 cimas), pero su reacción, desde el mismo momento en que llegó al campo base del Annapurna, ha sido siempre la de atacar a los demás y eso es algo que me ha decepcionado de un grandísimo deportista como es él.

Juanito Oiarzabal en su elemento, la alta montaña.

Primero, carga contra Eu-Sun Oh (“si sus sherpas hubieran ayudado, Tolo estaría vivo”) y luego intenta arreglarlo presentando una conspiración contra su persona (“me estoy comiendo la polémica de la muerte de Tolo por mi nombre”). Incluso Carlos Pauner se ha manifestado en contra de las declaraciones de Juanito contra la surcoreana y el equipo de ésta.

No nos volvamos locos y comencemos desde una verdad tan clara como demoledora:
Si estás a 7500 metros de altitud y no te mueves, vas a morir.
Es una afirmación impactante, pero totalmente cierta.
Tus compañeros no podrán hacer nada por ti si ni siquiera puedes ponerte en pie, pues, de hacerlo, ellos mismos pondrían en riesgo sus vidas. No es que ellos te vayan a abandonar a tu suerte simplemente porque no te mueves, sino que o se mantienen en movimiento o morirán contigo.

Cuanto más te adentras en las alturas, menos oxígeno llega a tu cerebro, por lo que tus pensamientos y tus movimientos se tornan más lentos y consumen más energía de lo normal. No se trata de que tengas o no fuerzas para empujar a alguien, es que incluso caminar se torna difícil y pesado.
A esto, hay que sumarle el frío. A altitudes extremas, el frío llega a igualarse al que podríamos sentir en el Polo Sur, temperaturas tan bajas ante las que el cuerpo humano, simplemente, comienza a apagarse. El cuerpo comienza a dormirse. No es cansancio, no es agotamiento; es la respuesta biológica de nuestro organismo ante la imposibilidad de mantener los órganos a una temperatura aceptable.

El alpinista que comienza una ascensión asume el riesgo de poder morir en el camino de ida o el de vuelta.
Sabe que, a partir de una determinada altitud, el rescate por helicóptero es imposible, pues el aire es tan poco denso que sus aspas no soportan presión alguna y cae al vacío.
Conoce de antemano el eterno dilema de la gran montaña: Ayudar a alguien en problemas o no hacerlo. Ha pasado cientos de veces y seguirá ocurriendo en el futuro: Puedes estar tendido sobre la nieve frente a una expedición que no sea la tuya y sus miembros se limitarán a pasar de largo, o bien se interesarán un poco por ti, pero, una vez sepan en qué estado estás, te dejarán ahí mismo. Las montañas más altas del mundo están regadas de cadáveres. En algunas de ellas, incluso, se han convertido en un punto de referencia en la ruta.

Esas grandes moles de granito, caliza y otros materiales rocosos no van a ayudarte en nada, ya tengan mil, tres mil u ocho mil metros de altura, pero una cosa es enfrentarse al Mulhacén o al Mont Blanc (en las que puedes morir igualmente), y otra muy distinta vérselas cara a cara con el Everest, el Lothse o el Aconcagua.

Incluso en el Mulhacén te pueden surgir graves problemas.

Lo que más rabia me da de todo este asunto es el circo mediático en que han convertido la muerte del mallorquín, un joven cuyo sueño era poder vivir del alpinismo sin renunciar nunca al poder divertirse con ello.
Ha habido quienes han hablando de más, quienes deberían de haber callado, quienes han presentado a los sherpas como auténticas alimañas o esclavos al servicio de los alpinistas profesionales y quien ha guardado silencio pudiendo haber aclarado algunos puntos negros de toda esta historia.

Todo esto me ha traído a la mente otra cuestión, que, aunque no tenga nada que ver con la desgraciada pérdida de Tolo Calafat, me gustaría señalar: la eterna discusión sobre la masificación de las expediciones a las montañas más altas del planeta y el coste humano que resulta de ello.

La cima del Everest durante la temporada de primavera de 2009.

El conocido como “desastre del Everest” es un ejemplo y el acontecimiento que puso en alerta a los expertos acerca del peligro que conllevaba la “súper-comercialización” de dicha montaña.
Había tantas expediciones haciendo cumbre aquél 10 de mayo de 1996 que un embotellamiento cerca de la cima provocó un efecto dominó, retrasando un grupo tras otro en su intento de llegar al punto más alto. Tal es así que unas dieciséis personas se vieron obligadas a acampar durante la noche en el Campo 4 (el más cercano a la cumbre) donde fueron sorprendidos por una ventisca a más de 8000 metros de altitud. El caos se apoderó de la situación, resultando en la muerte de ocho montañistas.
Aquél fue el año con más muertes en la historia del Everest, con un total de quince fallecidos.
El K2 ha sido testigo mudo de dos situaciones similares a lo largo de los años.
Entre el 6 y el 10 de agosto de 1986, murieron cinco alpinistas y otros ocho resultaron heridos en diferentes expediciones. En las semanas anteriores, otras ocho personas habían perecido, llevando el total a trece muertos en menos de dos meses y medio.
El 2 de agosto de 2008, la tragedia volvía a golpear las faldas de la “montaña asesina”. Un alud se llevaba por delante la vida de once montañistas y hería a otros tres.

La masificación ha llevado, también, a la desmitificación del alpinismo. Se da prácticamente por sentado que, previo pago, cualquiera puede llegar a la cima sano y salvo, y casi llevado a hombros.
Por otra parte, existe la continua pérdida de credibilidad de los propios alpinistas con sus carreritas y retos estúpidos, el último y más sonado, el de ser la primera mujer en conseguir ascender los 14 ‘ochomiles’.

Edurne Pasaban, a pesar de las críticas, mi heroína en esto del alpinismo.

Para mí, eso no es deporte ni tiene nada de diversión; es un trabajo. Llegas, haces cumbre y vuelves a casa para las sesiones de fotos y las entrevistas oportunas.
No me entendáis mal; admiro a Edurne Pasabán e, incluso, yo mismo me planteo retos continuamente, pero, a diferencia de ella, yo lo hago por pura diversión y me lo paso bien mientras lo hago. No es una obligación para con el resto del mundo.
Esto, también, trae añadido las polémicas absurdas como si tal o cual usa oxígeno, o si fulanito o menganito llegaron antes a la cima.

Para mí la montaña se limita a disfrutar de su belleza y volver a casa con la sensación de haber estado en contacto con la naturaleza, dejando atrás todo el humo y el tono gris de la ciudad.
Nunca he pasado de la cota de los 2700 metros y, aunque no busco seguir a más altitud, tampoco haré ascos a la oportunidad que tenga de hacerlo. Eso sí, siempre como diversión.

A Tolo Calafat y su familia. D.E.P.
La vida es como andar en bicicleta.
Para mantenerte en equilibrio,
tienes que seguir moviéndote.

Albert Einstein