jueves, 25 de febrero de 2010

VUELTA A LAS ANDADAS: ALPUJARRAS 2010

Como reza el título, vuelta a las andadas para aprovechar bien mis vacaciones.
Aprovecharé del 5 al 10 de Abril para recorrer 230 kilómetros a través de parajes inolvidables, desde Nigüelas hasta Almería, usando el trazado de la Ruta Transandalus, pero desviándome de ésta para visitar Órgiva, uno de los pueblos más bonitos de la Alpujarra granadina.

Claudia ya pide guerra...

A falta de algunos flecos, la planificación me está llevando poco tiempo, ya que tenía bastante información de la vez anterior.
La primera decisión fue llevar conmigo saco y tienda de dormir, para prescindir de alojamientos y poder acortar o alargar las jornadas según me viniera en gana. Además, con esto, el presupuesto se reduce bastante.

Llegaré a Nigüelas cerca del mediodía tras coger dos autobuses (Almería-Granada y Granada-Nigüelas).

El itinerario estará repartido de la siguiente manera:

Día 5 Nigüelas-Órgiva; 25,2 km (4h 15m)
Día 6 Órgiva-Pampaneira; 13,3 km (2h)
Día 7 Pampaneira-Trevélez / Trevélez-Cádiar; 45 km (6h 15m)
Día 8 Cádiar-Válor / Válor-Laroles; 28,5 km (4h 38m)
Día 9 Laroles-Láujar de Andarax / Láujar de Andarax-Instinción; 53,9 km (6h)
Día 10 Instinción-Énix / Énix-Almería; 64,7 km (7h)

Finalmente, la primera noche, la que pasaré en Órgiva, quizás duerma en casa de una familia inglesa, en la que sería mi primera experiencia como couchsurfer, y la única pernoctación que tengo planeada bajo techo, aunque está pendiente de confirmación, ya que he puesto varios anuncios en distintos foros buscando acompañantes, pero, de momento, nadie se a animado :(

Estos días, entreno para las duras subidas que me esperan subiendo La Peseta (camino a Énix que, curiosamente, será la bajada de regreso a Almería). También, me estoy planteando subir el Calar Alto dentro de dos fines de semana, para ir "aclimatando" las piernas a esfuerzos superiores a los normales.

Almería desde el camino a Énix, mi ruta de entrenamiento.

Durante los próximos días, iré comprando aquéllas cosas que necesite para la ruta, que no serán demasiadas. Tal vez, el gasto más importante sea la nueva tienda de campaña, ya que la que tengo actualmente pesa media tonelada y no es muy cómoda de montar.

Resumiendo: ¡¡¡No veo la hora de partir!!!!

miércoles, 17 de febrero de 2010

LECTURAS PARA UNA RUTA

Como suelo decir, un viaje no debe limitarse a pedalear a toda prisa para llegar del punto A al B. Mi filosofía al respecto es aquélla de entrar en contacto con el paisaje y la gente que te rodea. Son zonas que no ves a menudo, ¿por qué ir con prisas? Si vas demasiado rápido, apenas recordarás los lugares que fotografíes.

Una de las mejores formas para relajarse (aún más si cabe) durante una ruta, es leer algún libro. Desde que empecé en el cicloturismo, he llevado alguno en el equipaje, ya fuese una guía de la naturaleza como una novela.
Seguro que más de uno tendrá ya en mente qué libro llevarse para el próximo viaje, pero aquí os sugiero algunos de los que más me han gustado. Como veréis, hay un poco de todo.

Hacia rutas salvajes, de Jon Krakauer.
Libro en el que se basó Sean Penn para la película del mismo nombre. Krakauer nos narra el viaje del joven Chris McCandless, que cruzó Estados Unidos viviendo como un vagabundo antes de dirigirse a Alaska.

Imagen de Chris McCandless, el protagonista de "Hacia rutas salvajes".

El autor nos desvela los motivos que llevaron a un brillante estudiante y magnífico deportista a abandonarlo todo e internarse en la naturaleza, dejando una gran impronta en quienes le rodeaban. Otro libro altamente recomendable del mismo autor, es Mal de Altura, su visión personal del desastre del Everest de 1996, en el que perecieron dieciséis alpinistas.

La voces del desierto, de Marlo Morgan.
También, basada en hechos reales. La autora nos narra cómo cambió su vida al convivir con un grupo de aborígenes del Outback australiano. Una novela muy emotiva, un verdadero canto para que abandonemos el materialismo de la vida moderna.

Mi vuelta a la vida, de Lance Armstrong.
La lucha contra el cáncer narrada en primera persona. El heptacampeón del Tour de Francia nos describe la convivencia con la enfermedad con todo detalle, con varios puntos bastante íntimos. Un libro lleno de fuerza y verdaderamente inspirador.

Lance Armstrong en un acto de su fundación de lucha contra el cáncer.

El paciente inglés, de Michael Ondaatje.
Otro libro que se llevó a las pantallas (ganó el Oscar a la mejor película en 1996), por lo que hago una recomendación; si viste la peli, no esperes que la novela sea igual.

Portada de la película, que suele usarse, también, para el libro.

Una enfermera canadiense está al cuidado de un hombre desconocido en una remota y ruinosa villa italiana a finales de la Segunda Guerra Mundial. El desconocido, con todo el cuerpo quemado, nos cuenta cómo era su vida en Egipto, la amante que adoraba, desvelándonos quién es realmente a cada paso...
Un libro delicioso, tanto por sus saltos hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, como por el argumento en sí, donde varios personajes se disputan ser el principal.

Dejemos los dramones a un lado, que si no esto va a parecer un entierro en lugar de una lista de libros para animaros el viaje. Aquí están algunos títulos con los que os partiréis de la risa.

La trilogía de Chris Stewart, ex-batería de un grupillo llamado GENESIS, acerca de su vida en la Alpujarra granadina.

Chris Stewart con "Porca" sobre su cabeza.

Se compone de dos títulos ya editados en castellano, Entre limones y El loro en el limonero, y de otro libro que está a la espera de ser traducido, The Almond Blossom Appreciation Society.
Vecinos chiflados, rebeliones animales y demás situaciones surrealistas que harán que te rías a carcajadas. Tres verdaderas joyas para pasar un buen rato durante cualquier descanso.

Shooting caterpillars in Spain, de Alex Browning.
Sólo está disponible en la lengua de Shakespeare, pero lo incluyo en la lista por ser igual de desternillante que los anteriores y de una temática similar.
Una ingenua pareja de ingleses cambia su vida en la lluviosa campiña inglesa por una existencia (a priori) más despreocupada, para encontrarse de bruces con que no todo era tan bonito como lo habían imaginado.
Caballos egoístas, vecinos no muy de fiar y guerras contra excavadoras... ¿Alguien da más?

Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, de Woody Allen.
Sí, como habéis leído, Woody Allen, además de ser director de cine y de tocar en un conjunto de jazz, le da a la pluma bastante bien, y este libro es buena prueba de ello. Se trata de una colección de relatos cortos en los que se dedica a burlarse de todo; la historia, las modas... La sociedad en general, y con la manía de ésta de culturizarse por la fuerza para saber de todo y poder presumir de lo que (poco) que sabe.

Por último, si queréis aprender cosas mientras viajáis, aquí van mis recomendaciones.

Cara a cara con la vida, la mente y el universo, de Eduard Punset.

Eduard Punset en su salsa.

El conductor del famoso programa "Redes", entrevista a varios de los científicos más brillantes del momento. Desde el funcionamiento de los virus, hasta cómo se originó el Universo, pasando por la evolución, se nos explican las teorías más revolucionarias con un lenguaje simple y fácil de entender.

Miles de millones, de Carl Sagan.
El último libro que escribió el gran astrónomo estadounidense, predesor de Punset en acercar al gran público los últimos avances científicos.
En esta obra, una colección de ensayos, Sagan nos introduce en temas tan dispares como el cambio climático, el desarrollo de nuestros instintos, la posibilidad de vida en Marte o las guerras.

Carl Sagan.

Bueno, ahí os dejo una buena selección de libros. Alguno me habré dejado fuera...
Si queréis añadir algún título a la lista, ¡comentario al canto!

¡BIENVENIDOS A LA ÉPOCA GLACIAR!

Llevamos un invierno con temporales, vientos y nieves más propios del Norte de la Península que del Sur... Y menos aún de los páramos desérticos de Almería.
Con ésta, van dos semanas en las que apenas he podido coger la bici. Cuando no es la lluvia, es el viento. Y lo peor son los días como ayer y hoy; lluvia durante la noche y la mañana temprano, y, cuando comienza a lucir el sol, llegan unos vientos feroces, de ésos que tumban contenedores y hacen salir volando las tejas de las casa viejas.

Nubarrones llegando a Almería.

Bueno, en realidad, la lluvia no es problema siempre y cuando no sea algo torrencial... como lo está siendo. Uno se pone su chubasquero o su cortavientos y listo, a la carretera o la montaña.
Pero, con el viento, la cosa cambia. Si te viene de frente, te chupa la energía como los vampiros la sangre, hasta dejarte en mínimos, y, si viene de lado, aumenta el peligro de que te incrustes en el parabrisas de un coche.

Barro y agua después de una tormenta en mi pueblo, Arboleas.

Así que, ya que no puedo salir, hago un poco de ejercicio en casa y durante los ratos libres en el trabajo.
Y, cuando no estoy en ello, paso el tiempo frente al portátil, buscando piezas, trazando nuevas rutas o repasando los foros de mis webs favoritas, mientras fuera aúlla el viento contra los cristales mojados por las gotas de lluvia.

Cañas y barro tras el temporal de principios de año.

Mi Trek va igual de bien por terrenos secos como embarrados, pero yo no me adapto tan bien. Lo que peor llevo son los vientos. La lluvia, estando bien cubierto, no molesta tanto, pero el aire soplando fuerte es harina de otro costal.
En fin, mientras me veo relegado a un mero ratón de oficina frente al ordenador, esperemos que el tiempo mejore y pueda darle más los pedales y menos a las flexiones y esas cosas...

jueves, 11 de febrero de 2010

ENTREVISTA A FRAN VACAS, CICLISTA DE ULTRAFONDO

A Francisco Vacas (Madrid, 1969) los caminos y carreteras se le quedan cortos. Cien kilómetros son un mero paseo, y más aún, si los recorre sobre una bicicleta. Se trata de un deportista poco común, forjado en pruebas tan duras como el Ironman de Lanzarote (en el cual ha sido finalista), brevets ciclistas de cientos de kilómetros y el Desafío Tecama (un triatlón de tres días entre Cadaqués y Madrid).

Fran Vacas en acción.

Ahora, este ciclista de ultrafondo se ha planteado un nuevo reto: Recorrer las ocho provincias andaluzas en 96 horas: 2092 kilómetros con 17445 metros de desnivel acumulado.
Y todo, por una buena causa.

P: Hace unos años, practicabas la espeleología; ¿cómo acabaste sobre el sillín de una bicicleta de ultrafondo?

La espeleología es un deporte/ciencia, muy apasionante que se practica en grupo. Eso es algo muy bonito, pero, cuando quieres hacer mayores incursiones y cuanto más progresas en ese deporte, menos compañeros encuentras para estas aventuras.

La bicicleta me permite organizarme mejor y salir todos los días, algo que con la espeleología se quedaba relegado al fin de semana. Realmente siento la misma sensación de libertad, pero a diario.

P: Triatlón, medias maratones, brevets ciclistas… ¿No te gustan los deportes con menos kilómetros?

Como suelo decir, “soy diesel”. En los deportes de menores distancias se va muy rápido y el corazón a 100 por hora. En la larga distancia ó en la ultradistancia lo que encuentro es poder hacer algo que me gusta por mucho más tiempo.

P: Nadar, pedalear o correr: ¿Con qué te quedarías?

Ahora mismo me quedo con pedalear, luego correr y después nadar.

P: Siendo como es una disciplina casi desconocida en nuestro país, ¿cómo entraste en contacto con el ciclismo de ultrafondo?

Poco a poco, he ido acometiendo mayores retos y, después de participar en varios Ironmanes, me preguntaba si podría acometer distancias mayores. Empecé a oír hablar de las brevets (ciclomaratones ciclistas) de 200, 300, 400, 600 y 1200 kms. Y decidí probar. Su filosofía y el ambiente que las envuelve me han cautivado y ahora intento no perderme ninguna.

P: ¿Cuándo decidiste especializarte en este deporte?

Ha sido este año. Sé que la bicicleta es el sector dentro del triatlón donde mejores resultado obtengo y, además, es el que más me gusta. Con lo cual, este año he decidido dejar un poco de lado nadar y correr para dedicarle todo mi tiempo al ciclismo.

P: ¿Cómo son las bicicletas que se usan para esta disciplina?

Son bicicletas de contrareloj. En las pruebas de Ironman no está permitido el drafting (ir a rueda de otro contrincante), con lo cual tenemos que luchar contra el viento sin ir en pelotón, y estas bicicletas son las que mejor se adaptan a estas pruebas. Les añadimos cascos aerodinámicos, ruedas lenticulares y de perfil alto y todo lo necesario para garantizar una buena aerodinámica.

P: El entrenamiento para las pruebas de este tipo debe de ser muy exigente, ¿cómo lo compatibilizas con tu vida familiar y laboral?


Pues es complicado y duro.
Pero, como me dicen mis padres, “si te lo mandasen hacer no lo harías”
Estoy casado y tengo dos hijos de 3 y 11 años. Dirijo un gran almacén. De lunes a viernes entreno una media de 4 horas diarias y los sábados y domingos entre 5 y 7 horas cada día.

Mi día a día es más o menos así:
Me levanto a las 5:15 horas y voy al trabajo en bicicleta (42 kms.). Me ducho en él y realizo mi jornada laboral. Al salir, a eso de las 17:00 horas, vuelvo a casa, aunque esta vez realizo una ruta distinta, añadiendo más kms y haciendo las series que toquen ese día. Cuando llego a casa (19:30), ya está todo el entreno hecho.

Los sábados y domingos también madrugo, salgo sobre las 7:00 horas para estar de vuelta a la hora de comer. Desde luego, todo esto lo puedo hacer gracias a que mi mujer me apoya.

P: El año pasado obtuviste el primer puesto en la ultramaratón Madrid-Gijón-Madrid (1250 kms), además marcando el nuevo récord de la prueba (57:53 horas, tres menos que el anterior mejor tiempo). Logros como ése, a buen seguro compensan esos sacrificios, ¿no es así?


Es un reconocimiento y, desde luego, anima mucho a seguir.

Después de llegar primero en las pruebas clasificatorias de 200, 300, 400 y 600 kms, sabía que era el más rápido de Madrid, pero, claro, venían participantes de todas las comunidades y de otros países como Francia, Inglaterra, Australia, Italia, etc... y, dentro de ellos, me hablaban de muy buenos ciclistas, como después pude comprobar.

Para mí era una incógnita hacer 1250 kms. Nunca había hecho tantos. Dentro de los demás participantes, había varios con más de tres participaciones en ciclomaratones de este estilo y con varios años más de experiencia que yo en pruebas ciclistas.

Al margen, y a la postre, posiblemente la principal dificultad sería preparar al cuerpo psicológica y físicamente a afrontar algo para lo que no está “diseñado”. Pedalear durante 1250 kms es algo que me llevaría sin duda hasta la extenuación, pero confiando firmemente en batir mis propios límites, donde podía intuir o barruntar cuál sería la respuesta de mi organismo en base a mi preparación y experiencia previa, pero donde desconocía el resultado final.

Me ha servido para ver un poco mejor a qué nivel estoy, y para conocerme a mí mismo mucho mejor en pruebas extremas.

Durante la Madrid-Gijón-Madrid del pasado año.

P: Cruzar Andalucía en cuatro días parece imposible para la mayoría de los mortales. ¿Cómo surgió el proyecto de la Contrareloj Al-Andalus?

Pues un amigo me mandó un enlace de una página Web (casi todos los días caen en la mesa de mi despacho propuestas de pruebas ultra, jejeje,). En ella, unos ciclistas de mountain bike andaluces han diseñado una ruta que recorre todas las provincias Andaluzas. A día de hoy, nadie ha hecho todo el recorrido, ya que, en mountain bike, han calculado que tardarían un mes.
Enseguida me enamoré de esa ruta y empecé a plantearme la posibilidad de hacerla, pero por carretera, en vez de por caminos y sendas.

P: Por otro lado, con este reto, colaborarás con Andex Cáncer (Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Andalucía), a la cual donarás el dinero que recaudes en la página web del proyecto. ¿Cómo surgió la idea de ayudar a esta asociación?

He realizado varios retos y siempre el beneficiado era yo y mi familia, que compartía mis penas y alegrías. En éste, he querido hacer algo solidario aprovechando el tirón mediático que espero tener para este reto y poder ayudar a quien pudiera necesitarlo.
El cáncer es una enfermedad terrible, y si quien la sufre son niños, mucho más. Con lo cual, me puse en contacto con Andex Cáncer y les presenté mi proyecto para este reto teniendo gran acogida por ellos. Además, al transcurrir toda la prueba por Andalucía y ser toda mi familia de Córdoba, he querido que fuese una asociación andaluza la beneficiaria.

El logotipo de Andex Cáncer. Pincha aquí para visitar su página web.


P: Volviendo al reto en sí, ¿cuál fue el proceso que seguiste para definir el recorrido? ¿Has tenido que dejar fuera alguna zona que te hubiera gustado recorrer y no hayas podido incluir en el trazado definitivo?


He intentado ser lo más fiel al recorrido propuesto en la ruta “TransAndalus”, pero por carretera y desviando el trazado por algún pueblo por el que me apetece pasar. Desde luego, la ruta sigue más o menos el perímetro de la comunidad andaluza y muchos pueblos del interior son preciosos, pero sería imposible recorrerlos todos.
Reconozco que Andalucía es una gran desconocida para mí y, por eso, éste reto me ilusiona y me motiva mucho.

P: ¿Por qué zonas y pueblos de Almería pasarás?

Las poblaciones más importantes por las que pasaré son:
Fondón, Canjáyar, Alhama de Almería, Tabernas, Sorbas, Garrucha, Pulpí, Huércal-Overa, Santa María de Nieva, Vélez Rubio, Taberno, Albox, Olula del Río, Purchena, Tíjola y Serón.

P: ¿Estás siguiendo algún plan de entrenamiento específico para afrontar el reto?

Si, es un entrenamiento de ciclismo de ultrafondo dirigido por Pablo Cabeza, entrenador de, entre otros, David Arroyo, del Caisse d'Epargne.
Ya llevo 3 años trabajando con él y es en este tiempo cuando mejores resultados he cosechado.
Me salen unas 30 horas semanales de entrenamiento.

P: ¿Qué máquina usarás para el trayecto? ¿Podrías darnos algunos detalles técnicos acerca de ésta?

La bicicleta que utilizaré para este reto es la Ceepo Viper.

La Ceepo Viper con la que recorrerá las carreteras andaluzas.

Presenté mi proyecto al distribuidor de España y Portugal de la marca Ceepo y enseguida se enamoró de el.

Es una bicicleta para triatlón de larga distancia. Es la bicicleta oficial de la marca Ironman. Son bicicletas en las cuales se va agarrado a un manillar de triatleta. Su posición facilita pelear contra el viento. El manillar que utilizaré es el utilizado por Fabian Cancellara y Carlos Sastre, entre otros, para las pruebas de contrarreloj. Está creada en un túnel del viento de Japón, donde se diseña y se fabrica.

El material utilizado es Carbono de alto módulo T40, que es el mejor, lo cual le confiere una resistencia y ligereza que la hacen ideal para este tipo de pruebas. Algunos detalles que la caracterizan es que, por ejemplo, lleva todo el cableado interno, y los frenos van escondidos. El freno delantero va alojado en la parte trasera de la horquilla y el freno trasero lo han instalado en la parte baja del pedalier, logrando reducir bastante las turbulencias que genera el aire a su paso por estos sitios.

P: La logística para un reto de estas características debe de ser complicada. ¿Cómo y quiénes os encargaréis de ella?

Pues, como en retos anteriores, esta logística la cubriré mediante amigos que, de forma desinteresada, prestarán sus servicios para lograr este reto, ya me han acompañado en otros retos, con lo cual la convivencia es algo que ya hemos trabajado.
En retos de esta envergadura es algo a tener en cuenta. Se necesita disponer de un buen equipo que te comprenda cuando llegan los momentos malos y, a veces, me vuelvo bastante impertinente, ¡jejejeje!

Necesitaré una furgoneta en la que viajarán tres conductores para irse turnando y que realizarán las tareas de mis avituallamientos. En la furgoneta, llevaré ropa y comida para los cuatro días, así como piezas de recambio para la bicicleta. Todo estará programado, intentando dejar lo menos posible a los imprevistos. En los pueblos, serán ellos quienes me dirijan mediante GPS para evitar equivocaciones y ahorrar tiempo, mientras que en los demás tramos seré yo quien viaje en cabeza y ellos detrás por si hiciese falta su intervención.
Estamos trabajando para que el reto se pueda seguir en directo vía GPS en el blog creado a tal efecto.

P: Tras la Contrareloj Al-Andalus, ¿tienes algún otro reto para el futuro?

Bueno, la verdad es que algo siempre está en la mente dando vueltas, pero todavía no hay nada decidido. De momento, me centro en este año, en los dos retos para los que entreno:
Batir el récord mundial de 1.000 kms en pista Outdoor y la Contrareloj Al-Andalus.

P: Una última pregunta, ¿cómo es Alberto Contador en persona?


Pues es igual que como le vemos en la tele.
Cercano, sencillo y dispuesto a contestar cualquier pregunta. Rodar con él de vez en cuando da muchas tablas, pero, claro, eso es sólo cuando en sus entrenamientos tiene que ir despacio... Entrenamos en la misma zona de Madrid y es muy común encontrarlo a cualquier hora entrenando. Siempre, te conozca o no, obtendrás un saludo de su parte.

Fran Vacas con Alberto Contador.

Todavía no le he visto un mal gesto con los ciclistas que le piden hacerse una foto y se paran a charlar con él.

Muchas gracias por todo. Te deseo toda la suerte del mundo para este reto y los que le seguirán. ¡A por ellos!

Si quieres colaborar con el proyecto de Fran Vacas para Andex Cáncer, puedes hacerlo mediante la compra simbólica de kilómetros del trayecto que este deportista hará alrededor de nuestra comunidad y provincia. Visita http://contrarelojal-andalus.blogspot.com/ para más información.

miércoles, 10 de febrero de 2010

ABUELOS VOLADORES Y OTRAS CRIATURAS CICLÍSTICAS (I)

En Almería tenemos varios ejemplos de que darle a los pedales es para todas las edades.

Conozco a un par de niños, de unos 6 y 8 años, que tienen sorprendidos a sus padres por la afición que tienen al ciclismo. Uno de ellos en particular no es feliz si no sale a pedalear al menos una vez al día, llueve, haga viento o calor. Además, el carril-bici de la universidad se le quedó corto hace tiempo…

En el paseo marítimo, también se ven niños más normalillos, a los que salir con la bici un rato es limitarse a dar cuatro pedaladas por el enlosado para, a continuación, intentar correr sobre la arena de la playa, con el consiguiente revolcón por ésta.
En una noche de verano, mientras yo y unos amigos cruzábamos el lugar de regreso a casa tras una rutilla por la playa, paramos para beber agua y charlar un poco antes de separarnos.
En estas, un niño de unos cuatro años se acercó a nosotros montado en su bicicleta, que aún se apoyaba en patinetes. Me quedé extrañado al ver el gesto de su rostro…Estaba con la boca abierta, como si estuviera viendo algo extraordinario.
- ¡Hey, chiquitín! – le dije - ¿Qué tal estás?
Asintió. No era una respuesta, pero era igualmente válida. Miró nuestras bicis por unos segundos, con el mismo gesto de sorpresa en su semblante.
- ¿Te gustan las bicis? – le preguntó uno de mis amigos.
Volvió a asentir con la cabeza, pero siguió igual hasta que, en un momento dado, se acercó un poco más y, en voz baja, preguntó:
- ¿Sois astronautas?
- ¿Qué? – pregunté. Ahora éramos nosotros los sorprendidos.
- ¿Sois astronautas?
- ¿Por qué lo dices? – le pregunté.
Señaló con su dedito índice las luces de seguridad de nuestras bicicletas y dijo:
- Por eso – y añadió- Y por la ropa que lleváis. Y por el casco.


El paseo marítimo de Almería.

También, tenemos el otro extremo de la escala, gente mayor que traga kilómetros casi todos los días.

Una vez dejas atrás el pueblo de Cabo de Gata, se encara una laaaaaaarga recta por las salinas del mismo nombre hasta poco antes del comienzo de una subida para alcanzar el faro del Cabo. A un lado, hay una extensísima playa bañada por el Mar Mediterráneo y, al otro, las salinas donde se pueden observar flamencos y otras especies de aves, con unos observatorios desde los que fotografiar a las aves que allí viven.
A mitad ya de la recta mencionada, me sentía pletórico por el buen ritmo que llevaba.
Entonces, detrás de mí, divisé un ciclista al principio de la recta. “Demasiado lejos como para que me alcance”, pensé yo (mi vena competitiva, siempre lista).
Seguí pedaleando a aquél ritmo que se me antojaba superior al que estaba acostumbrado, admirando el paisaje, disfrutando del sol.
De nuevo, volví la vista atrás… ¡Imposible! ¡Aquél ciclista había cubierto en apenas cinco minutos lo que yo en diez! De haber sido una carrera, estaría en graves apuros.
Decidí aumentar un poco el ritmo durante un par de minutos. Seguro que aquél tipo desistiría en su “ataque” (de nuevo, la vena competitiva, esta vez, sin ni siquiera conocer al presunto rival).
Pero, al cabo de unos instantes, empecé a escuchar el pedaleo de mi enemigo. Lo llevaba pegado…
De repente, me pasó como un misil.
Me quedé de piedra: Mi rival era un hombre de más de sesenta años a lomos de una antigua bicicleta de carretera que, al adelantarme, me saludó educadamente con un gesto con la cabeza.
Comenzó a alejarse de mí a una velocidad increíble. Por mi parte, yo fui aminorando la velocidad hasta que me detuve por completo… “¿Me doy la vuelta o sigo?”, pensé.
Decidí seguir adelante con el orgullo herido. Además, siempre tenía la excusa de que yo llevaba las alforjas cargadas a tope y él no llevaba nada...


La recta de las salinas en la que me adelantó aquél misil de 60 años...

miércoles, 3 de febrero de 2010

DESASTRES NATURALES

Ayer dejé mi querida Claudia en manos de los mozos de GeoNatural para que le revisaran la rueda de atrás, ya que, durante la salida que hice por la mañana, no paró de darme la lata. Por la tarde, recibí un correo electrónico en el que me decían que tenía un radio partido y me quedé un poco extrañado, porque no recordaba haber dado ningún llantazo durante la salida...

Peeeeeero, conforme avanzaba la tarde, recordé el encontronazo que tuve unos días antes con un perro grande, un labrador. Su dueña tuvo la feliz idea de pasear con él por el carril-bici que va hacia la universidad. Claro, como, gracias a Dios, no existe un paseo amplio y grande para las personas unos pasos más abajo...
No sé muy bien cómo, pero el perro impactó contra la bicicleta mientras corría a todo trapo hacia su propietaria. No tuve tiempo ni de presionar la maneta del freno y me casqué un piñazo de órdago.
Luego, las excusas de siempre ("Es que no te vio": "Es que no sabe lo que hace") y mis frases de siempre ("Esto no es para los perros, es para los ciclistas": "¿Por qué no va por el paseo, como las demás personas?").


La fiera en cuestión (bueno, en verdad era otra... y mucho más grande)

Esto me ha recordado un post que repliqué en el foro de Rodadas.net acerca de encuentros con animales durante alguno de nuestros viajes:

Pues yo tengo unas cuantas anécdotas, porque, al parecer, los animales me ven pedaleando por el monte y se conjuran contra mí para hacérmela por la noche, pero os contaré dos que me hicieron pasar un momento de apuro.

La primera, me ocurrió mientras disfrutaba de una ruta de pocas horas entre la Almería y un pueblo llamado Enix. En la radio escuchaba "Carrusel Deportivo" mientras subía y subía. Tras rodear un pequeño cerro coronado por un cortijo en ruinas, encaraba un terreno más suave...
De repente, sentí el suelo tembló tras la bici y, alertado, dirigí la vista atrás... Me quedé petrificado. Frente a mi, y con cara de poco amigos, estaba una cabra montesa.
Unas cuantas más cruzaron rápidamente el camino y comenzaron a descender por un barranco, pero aquélla seguía quieta, observándome a menos de metro y medio.
Yo ya veía lo que iba a suceder: Me toparía, yo volaría hasta el barranco y me despeñaría por éste.
La cabra dio un paso hacia adelante. "Ya viene", pensé, pero ésta se limitó a dar la vuelta y comenzar el descenso. Yo me quedé en mitad del camino con el corazón en la garganta. Una vez vi al grupo de animales subiendo una montaña próxima, continué la ruta rezando por no encontrármelas en la bajada.

La otra me sucedió durante mi ruta por las Alpujarras.
Tras un largo día, establecí mi campamento para la noche en un pequeño claro entre árboles, no muy lejos del camino que debía retomar a la mañana siguiente.
Monté mi tienda de campaña, cubrí la bicicleta con su lona y, tras cenar, me acurruqué dentro de mi saco de dormir. El sueño me venció pronto, ayudado por una temperatura suave y agradable.
En mitad de la noche, un sonido metálico hizo que me levantara como un resorte, pero me quedé en silencio para ver si el ruido se reproducía. Fuera había algo rondando la tienda. De repente, el sonido de una bolsa de plástico y, de nuevo, aquél ruido metálico, seguramente una lata... Entonces caí en la cuenta que, con el cansancio y las prisas, había olvidado colgar la bolsa de basura de alguna rama para que no la destrozara ningún animal.
Fuera, los ruidos aumentaron de volumen. Aquél bicho se había envalentonado y se había acercado un poco más a la tienda. Yo estaba "acongojado". ¿Qué animal sería? ¿Un jabalí furioso y sediento de sangre? ¿Un lobo solitario en busca de algo que llevarse a la boca? ¿El Yeti de Sierra Nevada? Linterna en mano, abrí la cremallera de la tienda lo justo para poder ver qué había ahí fuera, acechándome... Era un zorro, que, al ver la luz, salió disparado montaña abajo. Resoplando de rabia, salí, recogí el desastre en que se había convertido la bolsa de los desperdicios y volví al interior de la tienda, no sin antes colgar la bolsa en una rama.
Un rato después, volví a escuchar aquél tintineo metálico. Cabreado por no poder descansar, y suponiendo que el zorro había vuelto a las andadas, salí como una tormenta de la tienda clamando contra el animal... para encontrarme de bruces con un tejón.

Un tejón... pero el que yo vi se parecía más al de abajo...


Pensé que saldría huyendo ladera abajo como su predecesor, pero éste no se alegró de verme, porque comenzó a emitir unos sonidos nada amigables, por lo que, para más seguridad, volví a la tienda y me quedé sentado en el centro de ésta escuchando los resoplidos de aquél animal. De vez en cuando, echaba una ojeada para observarlo, pues no todo el mundo puede decir que han visto un tejón.
La verdad que es un animal bien hermoso, con ese pelo grisáceo salpicado de negro y blanco. Sus movimientos me recordaban vagamente a los de un oso.
Después de saciarse (lamiendo una lata de atún) y de registrar el terreno en vano, lo vi encaminarse ladera abajo.


En el momento de escribir esta respuesta, me olvidé accidentalmente de otros "encuentros en la tercera fase" con animales.

Una de mis rutas favoritas alrededor de mi pueblo, Arboleas, es una sucesión de subidas y bajadas muy divertida y excitante.
Pues, en plena bajada, creyéndome ya un as del descenso... ¡PLAFF! Un cuervo me impactó en el abdomen, dejándome sin respiración unos segundos. Me libré de un buen trastazo por centímetros, pero, cuando llegué abajo, me tiré al suelo de inmediato, intentando recuperar el aliento.
El pobre cuervo, aturdido por el golpetazo (y la sorpresa, seguramente), salió volando unos metros para despeñarse por un barranquillo cercano.
R.I.P.

En otra ocasión, tuve que huir de un grupo de gaviotas en pleno frenesí alimenticio, pero las … volaban más rápido de lo que mi bicicleta podía correr.
NOTA: Nunca des de comer a una gaviota, por muy sola que esté; ésta avisará a sus congéneres de que hay papeo gratis para todas y, si no lo hay, la ira las vuelve contra el desdichado que tiraba migas de pan.

Y por último, mis amigas las cabras… domésticas, porque, ¿quién no quiere salir de su camping y encontrarse con un grupo de éstas mordisqueando los cables de tu bicicleta o tu tienda de campaña, mientras excretan alegremente a tu alrededor, obligándote a levantar tu campamento y marcharte sin poder desayunar en el lugar?

¡Ah! La naturaleza, qué poco se preocupa por nosotros, la muy….
La vida es como andar en bicicleta.
Para mantenerte en equilibrio,
tienes que seguir moviéndote.

Albert Einstein