viernes, 29 de enero de 2010

PELÍCULAS SOBRE CICLISMO

Hace unas noches, aburrido de dar botonazos al mando de la tele sin encontrar nada interesante, se me ocurrió revisar mis viejas cintas VHS, y me encontré, nada y más y nada menos, que con la mítica "Bicivoladores" (con el logo de TVE 2 de hace un millón de años, por lo menos).
Por si no la habéis visto (que seréis pocos), os la resumiré diciendo que narra las aventuras de unos chavales (entre ellos una jovencísima Nicole Kidman) apasionados del BMX que, un buen día, entran en problemas con unos mafiosos, lo que les da la excusa perfecta para sacarles el máximo rendimiento a sus monturas.
Tras visionarla, me planteé una pregunta a mí mismo: ¿Cuántas pelis sobre ciclismo he visto? La respuesta fue que pocas, pero... ¿y vosotros? ¿Cuántas habéis visto y qué opinión tenéis sobre ellas?

Para calentaros un poco, hablaré de las que he visto y me dejaron huella:
· "A Sunday in Hell": El mejor documental sobre el ciclismo jamás realizado, y eso que se hizo en 1976. Los mejores ciclistas de la época batiéndose el cobre en la prueba más dura del mundo, la París-Roubaix. Barro y ciclismo del bueno a cascoporro.


Eddie Merckx en la París-Roubaix del 75.

· "Road to Paris": Otro documental, esta vez sobre el camino que recorrieron Lance Armstrong y su equipo, el US Postal, para llegar a tope al Tour de Francia (el tercero que conquistaría el americano).


Lance Armstrong en el Tour 2001, con los colores del US Postal.

· "Chasing Lance: 100 days to the Tour": Otro docu más sobre la preparación de Armstrong para el Tour, esta vez un par de años más adelante, ya con el Discovery Channel Team. En verdad, "Road to Paris" es muy superior a éste en todos los aspectos.
· "Bicivoladores": Ya conocéis la trama. Para ser australiana, tiene un tufillo americano pá cagarse (los buenos siempre ganan haciendo cosas imposibles y los malos son muy malos y no saben hacer nada que no sea malo), pero entretenida como pocas.
· "La carrera de la vida (American Flyers)": Kevin Costner se hinchó de chupar pantalla en esta película, llena de dramas y ciclismo ochentero (de la mano del 7 Eleven que participó en el Tour durante los 80). La historia de dos hermanos que sueñan con el reto de participar en una carrera que se sitúa en las Rocosas enfrentándose a todos los problemas que les surgen. Una "road movie" muy interesante.


¡Kevin Costner a lomos de una bici!

· "Cyclomania": Película finlandesa de la que no hay nada en castellano y, si acaso, sólo con subtítulos en inglés. Me costó encontrarla, pero mereció la pena. Dos jóvenes amigos que trabajan como bici-mensajeros, luchan por ser líderes del equipo y clasificarse para los campeonatos nacionales. Cuando una chica se une a ellos en el trabajo y sus entrenamientos, surgirá un triángulo amoroso que hará aflorar las rivalidades y la envidia. Una belleza de película que no entiendo por qué no llegó a nuestras salas o, al menos, en DVD...


Fotograma de "Cyclomania". Sorry, pero no pude encontrar ni un tráiler de la peli...

También podría opinar sobre pelis de freeride, como las de la serie de "New World Disorder" o "Seasons", pero paro aquí, que si no os dejaré sin películas que comentarme.
Animáos... ¿Qué pelis sobre ciclismo (o en la que aparezcan bicis) os han impactado, para bien o para mal? [:D]

¡Ah! Por cierto, por si no os habéis dado cuenta, pinchando sobre las letras verdes, podréis ver un extracto de las pelis que cito.

jueves, 28 de enero de 2010

PROYECTO SORPRESA: RESTAURAR UNA BICICLETA

Pues sí, tal y como reza el título del post, me ha llovido del cielo una bicicleta de carretera con unos cuantos años (y kilómetros) encima y me he propuesto devolverla a la vida.

Se trata de una Torrot, un hierro de (creo) finales de los 70, principios de los 80, aunque el modelo es aún desconocido, pero espero que con la ayuda de mis amigos de Bicis Clásicas podré desvelar la incógnita.
Como aún no le he tomado ninguna fotografía, os pongo esta imagen para que os déis una idea de cómo es (ésta es la máquina que restauró Susonauta, uno de los foreros de rodadas.net):



Llevaba tiempo con ganas de hacerme con una bicicleta de carretera, pero, como seguramente habéis comprobado más de uno, incluso las seminuevas tienen un precio más que elevado. Y qué decir de las que hay en Decathlon... No me parecen ideales, la verdad, pero seguro que hacen el apaño a más de uno.

Había intentando comprar otras dos bicis de carretera hacía ya un par de meses, pero la cosa no funcionó, así que estaba a punto de dar por perdido el tema cuando recibí una llamada de mi hermano preguntándome si estaría interesado en la bicicleta que un amigo suyo tenía abandonada en un almacén. Le pedí que me enviara una foto de la susodicha y, nada más verla, le dije que me hacía con ella.

La misma mañana que mi hermano me compró la Torrot, me puse a investigar acerca de la marca en Internet. En verdad, ya conocía la marca alavesa por sus ciclomotores, pero desconocía por completo que hubiesen tenido una división de bicicletas.
De todas formas, encontré más bien poco, así que, a la espera de confirmar qué modelo es, he empezado a analizar las posibilidades que me ofrece la bici en sí.

La verdad es que la bicicleta está más que bien. Evidentemente, algún que otro tornillo está tocado, y la cadena está pididiendo a gritos la jubilación, pero, en cambio, otros elementos, como llantas, pedalier o el cuadro, no se resienten tanto como cabría esperarse tras los años y años de dejadez, polvo y abandono.
De momento, aún estoy elaborando una lista de las piezas que necesitan reponerse o, si es posible, cambiarse por alguna más moderna.

En cuanto al proceso de restauración, en un principio lo había enfocado sólo hacia el cicloturismo, pero, conforme la examinaba, me di cuenta de que podría sacarle partido, también, para alguna que otra ruta de un día con los amigos y complementar con ella mi entrenamiento para ganar fondo (en ciclismo de montaña, es normal usar la bici de carretera entre semana y la de montaña, sólo cogerla en fin de semana).

El primer paso será lijarla bien a fondo para eliminar cualquier rastro de su desvencijado y dañado color actual, así como cualquier rastro de óxido (aunque, sea dicho, no he encontrado rastro de él en todo el cuadro, lo cual es buena señal).
Ya he decidido con qué colores la volveré a pintar...

Voy a hacer mi pequeño homenaje al grandísimo Marco Pantani poniéndole los colores de la Bianchi de 1998, el año en el que italiano ganó el Tour y el Giro.
Además, es una mezcla de colores muy llamativa.


Aquí, Pantani en su elemento, subiendo un puerto de montaña. Abajo, la Bianchi con la que ganó el Giro del 98.



Con los colores ya elegidos, tendré que comenzar a trabajar en los demás elementos de la bici... Aunque, de momento, todo esto es algo así como un esbozo.

Os iré informando del proceso según vaya a avanzando.

viernes, 8 de enero de 2010

DE RECUERDOS SE HACE EL MUNDO

Comencé el año releyendo los cuadernos de los viajes y rutas que realicé en 2009. No sé, a veces uno siente la necesidad de rememorar ciertos detalles de sus travesías.



Cabo de Gata, Julio.
Antes de llegar a la impresionante y kilométrica recta que conduce hacia el Cortijo del Fraile, me adelantaron dos todoterreno a todo gas, levantando una nube de polvo que casi me deja pedaleando a ciegas.
(...) Una vez arribé al lugar, me encontré con que todos los ocupantes (…) estaban, literalmente, llenando las memorias de sus cámaras con fotos de aquél viejo caserón semiderruido.
Era un espectáculo bastante surrealista: Diez personas, cada una con su propia cámara de fotos, fotografiando el mismo lugar desde, prácticamente, el mismo ángulo.
Reparé en que ninguno de ellos se acercó a leer el solitario panel de información que hay justo frente al edificio, ni que ningún miembro dejaba su cámara a un lado y se acercaba a éste para investigarlo un poco.
(…) Al tiempo que daba un laaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaargo trago a mi botellín de agua, los fotógrafos saltaron al interior de sus 4x4 y desaparecieron en el horizonte, dejando tan sólo nubes de polvo a su paso.


Había oído varias veces que, cuando uno dispara miles de fotos en un viaje, posteriormente, no es capaz de recordar mas que lo que aparece en esas imágenes.
Uno no es capaz de rememorar cómo olía un paisaje húmedo, o cómo era el tacto de una construcción milenaria… Como si apretar el disparador borrara de nuestra memoria de un lugar o un acontecimiento.
Yo creo en ello, y más aún tras perder las imágenes de mi periplo por las Alpujarras debido a un problema de humedades. Con el tiempo, me di cuenta de que era capaz de recordar prácticamente los detalles de todos y cada uno de los días que pedaleé por aquél impresionante vergel.



Sierra de Gérgal, Abril.
En una de las bajadas, distingo a lo lejos a la pareja de holandeses con los que charlé en el pueblo.
Estaban parados a un lado del camino, inclinados sobre sus bicis, así que supuse que habían sufrido un pinchazo.
Al llegar a su lado, observo que están ordenando unos montoncitos de basura.
“¿Qué estáis haciendo?”, les pregunté, “¿Algún problema?”
“No”, contestó Martina, sonriendo, a lo que agregó, “Estamos ordenando la basura.”
Al ver mi cara de incredulidad, me explican que están organizando los desechos para tirarlos en contenedores de reciclaje.
“¿Qué haces tú con tu basura?”, me preguntó Johan, también sonriendo.
“Pues, lo meto todo en una única bolsa y la tiro al primer contenedor que me encuentro”, respondí.
De repente, sus miradas me fulminaron:
“¿No reciclas cuando viajas?”, preguntó Johan.
“No todos los barrios y pueblos tienen los contenedores de reciclaje…”
“¿Y tú te haces llamar cicloturista?”, me espetó Martina al tiempo que se ponía de pie de un salto, tras lo cual, sin mediar palabra, reanudé la marcha.
Ahora va a resultar que todos los cicloturistas somos ángeles de la guarda de nuestros montes.


No soy ecologista, soy viajero. Pero que sólo sea viajero no significa que no respete el medio ambiente. La bolsa de basura siempre a cuestas, hasta encontrar un contenedor a donde arrojarla, que, supongo, es mejor que ir dejando una estela de deshechos por el camino.
Soy consciente de que la bici que me lleva a todas partes es ecológica sólo al 50%; no contamina al moverse, pero su mantenimiento está rodeado de productos tóxicos y su construcción no tuvo nada de beneficioso para el medio ambiente.
Respeto el mundo en el que vivimos. Amo la naturaleza y soy consciente del cambio climático y de la destrucción de bosques y océanos.
No tengo coche. Sólo uso pilas recargables y bombillas de bajo consumo. Aprendí a reciclar papel, y en mi casa sólo encontrarás folios 100% reciclados. Me titulé como auxiliar de energía solar y eólica, y he realizado varias instalaciones.
Pero, por usar una sola bolsa para mi basura, me convertí en un insensible.



Cabo de Gata, Agosto.
Cocina al aire libre. Una sartén, un poco de sal y aceite de oliva.
Menú: Desayuno inglés, compuesto por un huevo frito, salchichas y “red beans” (habichuelas con salsa de tomate).
Matt se acerca a mí por la espalda, mira lo que estoy comiendo y se pone de pie de un salto al tiempo que grita llamándome “carnívoro” y asegurando que no tengo sentimientos.
“¡Vaya!”, pienso para mis adentros; “Así es como se comporta un vegetariano al ver a una persona omnívora.”
(…)
Resuelto el conflicto de la comida (“animales asesinados y expoliados”), tuve que enfrentarme al dilema de la vestimenta.
En un campamento hippie, la equipación ciclista no es lo más aconsejable (menos aún si es de colores chillones).
Lo más común es llevar puesto una camiseta cuyo último lavado fue hace… Y nada más.
Repito: Y NADA MÁS.
(…)
Una vez caída la noche, me di cuenta de lo poco que había hecho por la tarde. Me había limitado a holgazanear. El desviador de la bicicleta, que tantos quebraderos de cabeza me había dado, seguía tan roto como cuando llegué. Debía de ponerme manos a la obra cuanto antes y…
- ¡Vamos a darnos un baño! –gritó alguien.
Al unísono, todo el grupo se levantó de un salto y comenzó a correr hacia la playa, jaleando y dejando tras de sí una nube de polvo.
Yo me uní a ellos el último, por lo que, a medida que la gente corría y se quitaba la ropa, me llovían camisetas, pantalones, sujetadores, bragas…
Un momento: ¡¡¿¿Sujetadores y bragas?!!
Y así fue como me di cuenta que todo el mundo estaba desnudo en la orilla.
(…)
Mi mente era un hervidero.
“Vale, Fran, tú tranquilo, tú tranquilo. No pasa nada. Estás desnudo rodeado de una veintena de personas desnudas, y estás nadando de noche en el mar.”
De repente, el agua alrededor mía ondeó y, al darme la vuelta, me encontré cara a cara con Beth.
“¿Qué tal?”, me preguntó.
“Pues bien, bien”, respondí intentando ocultar mi vergüenza.
“¿Seguro?”, volvió a inquirirme, “Pareces nervioso”
“¿Nervioso?”
“No sé… Puede que sea porque estás desnudo y yo también lo estoy”
La pálida luz de la luna me permitió ver una sonrisa en su cara y, entonces, comprendí el significado de sus palabras, tras lo cual nadé para acercarme más a ella.”


Durante mis jornadas a lomos de mi querida e incansable Trek, he tenido la oportunidad de conocer a gentes de lo más variopinta.
Cicloturistas obsesionados con el color del cielo, un canadiense al que sus padres bautizaron con el nombre de Indalo, dos gemelos alemanes que llevaban días sin hablarse por culpa de una rosquilla, un inglés budista que meditaba sobre un coche desguazado…, pero nunca había tenido la oportunidad de convivir entre un grupo de hippies, y, la verdad, es que la experiencia mereció, y mucho, la pena.
Me instruyeron en lo que verdaderamente significa ser hippie, unir tu ser con la tierra, aprovecharte de ella sin dañarla ni dañar a nadie, y respetar a quienes no crean lo que tú.

Habían llegado desde Málaga, y llevaban un par de semanas en la zona, aunque ya la conocían de años anteriores.
Vivían repartidos en tres caravanas desvencijadas y otras tantas tiendas de campaña que pedían su jubilación a gritos. Más bien eran trozos de fina y semitransparente tela azulada por los que podías ver quién estaba dentro y qué hacía, todo ello alzado por hierros endebles.
En total, eran unas veintidós personas, de varios países, aunque los alemanes eran mayoría. También, había algún austríaco, una pareja de húngaros y varios ingleses, entre ellos una chica, Ruth, con la cual conecté desde el primer día.
Algunos de ellos desaparecían avanzada la tarde para ir hasta San José, donde participaban en el mercadillo que se instala allí todas las noches durante el verano.
Compartí experiencias y risas con ellos durante un par de noches y, en verdad, me costó un poco abandonarles y partir de nuevo hacia Almería.
Porque, ¿quién no desea desprenderse de todo lo material y fundirse con el mundo tal y como es?

Por cierto, y para que quede constancia, también he conocido gente “normal” durante estos viajes. Lo “normal” que pueda ser alguien que se tira meses pedaleando por puro placer.

lunes, 4 de enero de 2010

RETOS PARA 2010

Unos días antes de que dejáramos 2009, me planteé los tres retos más grandes que me gustaría llevar a cabo durante este año.

Así que me puse manos a la obra y acabé elaborando la siguiente lista de objetivos para 2010.

1) Subida del Chullo, el pico más alto de la provincia de Almería, con 2611 metros.
2) Subida del Mulhacén, el pico más alto de la provincia de Granada, Andalucía y de la Península Ibérica, y el segundo más alto de España, con 3482 metros.
3) Ruta en BTT por las Alpujarras, desde Albuñuelas a Almería capital, con una distancia total de 304 kms y 7750 metros de desnivel acumulado.

Mis dos primeros objetivos, el Chullo y el Mulhacén, son de montañismo.



Enclavado en la vertiente almeriense de Sierra Nevada, el Chullo es la montaña más alta de dicha provincia. Sus 2611 metros se alzan entre los pueblos de Bayárcal (Almería) y Dólar (Granada).
A pesar de su altitud, llegar a su cima no reviste gran dificultad, ya que está a menos de dos horas caminando desde el mismo Puerto de la Ragua, ya a 2014 metros de altitud.
Este reto es parte de uno mayor, al que no he puesto fecha de finalización: Coronar las cinco montañas más grandes de Almería:

Chullo (Sierra Nevada)................................................ 2.611

Morrón de la Lagunilla (Sierra de Gádor).............................. 2.249

Morrón de Visorio (Sierra de Gádor)................................... 2.246

Calar Alto (Sierra de los Filabres)................................... 2.168

Peñón de Polarda (Sierra Nevada)...................................... 2.150

También me tienta la Tetica de Bacares (Sierra de los Filabres, 2083 metros), pero me limité a escoger las elevaciones de más de 2100 metros.



El interés por el Mulhacén me ha surgido en los pasados meses. Ya había puesto mis ojos en subir el Veleta en bici, pero no me había fijado en su "hermano mayor" hasta entonces.
Tampoco es un pico demasiado complicado, pero tiene sus peligros, como los rápidos cambios de tiempo, que han originado más de una tragedia. Teniendo ello en cuenta, este reto me gustaría realizarlo a finales del verano, ya que aún no habrá nevado y sólo tendré que lidiar con los neveros y el frío en la altitud.
A decir verdad, creo que será el más complicado de los tres, tanto por presupuesto para material como por logística... Y eso hace que me pique más el gusanillo de atacar la cima.

Volviendo al BTT, vuelvo a tener en mente el reto de cruzar las Alpujarras, desde Albuñuelas a Almería capital.
A esta aventura, le añadiré la subida al Veleta en BTT y, de tener tiempo, alargaría el viaje hasta San José, en el interior de Cabo de Gata.

En fin, se presenta un año cargado de ilusiones y proyectos que, espero, pueda completar de forma segura y, sobretodo, divirtiéndome y aprendiendo más acerca del medio en el que vivimos.
La vida es como andar en bicicleta.
Para mantenerte en equilibrio,
tienes que seguir moviéndote.

Albert Einstein