lunes, 25 de octubre de 2010

UNA ESCAPADITA A ENIX

Pues sí, por fin pude disfrutar de una buena salida a lomos de Claudia. Esta vez, para variar, dejé atrás la costa y me encaminé hacia Enix, en la sierra.

No me gusta mucho ir por asfalto a lomos de una BTT, menos aún cuando el aslfato lo compartes con cientos de coches, pero era la única vía para llegar a Enix "desde abajo" y poder volver por un camino de tierra (vamos, la única manera para hacer una ruta circular).

Resignado, avancé entre tantos coches, camiones, motos... desde Almería hasta Aguadulce, donde me paré a hacer una compra pequeña (¡¡me había dejado los bocatas en casa!!). Tras la parada, crucé esta ciudad, totalmente volcada con el turismo (lo que se traduce en una línea de costa llena de bloques de apartamentos) y me dirigí hacia El Parador de las Hortichuelas (que, más bien, es una especie de nexo de unión entre Aguadulce y Roquetas de Mar, convirtiendo la zona en una macro-ciudad de verano). Una vez allí, tomé el desvío hacia Enix, pasé por el campo de golf de La Envía... y comencé a llanear, y a subir, y a llanear, y a subir...

La verdad es que los desniveles para llegar a Enix por carretera no son especialmente complicados (algo repetitivos), así que, llaneando y subiendo, me planté en la calle principal. El cielo estaba cubierto por un telón de nubes grises que presagiaban una tarde pasada por agua, por lo que decidí no entretenerme demasiado haciendo fotos y comenzar la bajada.
El comienzo de ésta es algo técnico, con mucha roca suelta, pero nada complicada, aunque, eso sí, como pierdas el terreno de vista, besas el suelo (el que avisa no es traidor).
Después de este primer tramo de "rally", con partes de auténtico motocross, empieza una bajada... que te lleva directamente a Almería.
Eso sí, para hacerla hay tres opciones:
Primera; bajas a todo trapo, a mitad de camino te cruzas con un quad/coche/grupo de senderistas/cabra montesa... y al hospital.
Segunda; bajas a todo trapo sólo durante ciertos tramos y, en aquélla esquina en la que no veías qué había detrás, te topas de frente con un quad/coche/grupo de senderistas/cabra montesa... y al hospital.
Y tercera; bajas sin tantas prisas, disfrutas del paisaje, los animales que puedes observar (rapaces, zorros, cabras montesas...) y llegas a Almería de una pieza y sin 061 de por medio (previo descenso a todo trapo de alguna que otra cuesta, ya sabéis, para llegar un poco antes a casa...).

A pesar de que fue una salida corta, y por una ruta que ya he recorrido varias veces este año, me divertí bastante y no sufrí en exceso. Además, Claudia se comportó como una campeona y me recordó que está en su mejor momento.

Saludos a todos y, ¡nos vemos por los caminos!

viernes, 15 de octubre de 2010

DANDO SEÑALES DE VIDA

Buenas a tod@s,

Siento mucho esta pausa taaaaaan larga, pero es que entre los estudios y el trabajo, apenas tengo tiempo para actualizar el blog, pero me he propuesto postear al menos una vez por semana.

En fin, tengo varias cosas pendientes que contaros, entre ellas alguna que otra escapada por el Cabo de Gata y el desierto de Tabernas, así como mi segundo viaje este año por La Alpujarra, del cual estoy ultimando un "documental" para poneros los dientes bien largos.

El estrés me tiene de los nervios, pero, aún así, he podido hacer algunas salidas a ésos lugares de los que tanto os he hablado aquí, lugares donde uno intenta fundirse con la naturaleza... y lo consigue, olvidándose de todos los problemas por un tiempo y regresando a la "civilización" con las pilas cargadas a tope.

Antes de irme, me gustaría contaros una experiencia que me impactó hace poco y de la que guardo un grato recuerdo:

Cuando me dirigía a casa en mi bici tras haber concluído mi jornada de trabajo, me encontré con un chico que, con su bici cargada de alforjas y bolsas, estaba sentado mirando unos mapas.
Por curiosidad, me acerqué a él por si necesitaba algo de ayuda.
El joven tenía la piel quemada y curtida por el sol, y su forma de hablar era viva y llena de emoción. Me contó que había partido hacía ya meses de Holanda con rumba a España, tras lo cual cruzó el Estrecho y se plantó en Marruecos. Su intención era seguir la costa Mediterránea de África, pero las malas noticias que le llegaban de Argelia y Libia, unido a la desconfianza que le habían inspirado algunas zonas en Marruecos, le hacían dudar, así que había vuelto al otro lado para decidir qué hacer.
Le comenté que, según mi opinión, no debería seguir esa ruta, y menos a regiones tan complicadas como aquéllas, que intentara llegar a Egipto, por ejemplo, donde la situación parecía más estable.
Tras esto, me preguntó por algún lugar donde plantar su tienda y si existía alguna fuente cercana. Le dije que conocía un sitio perfecto a la salida de Almería y que yo mismo le podía dar algo de agua.
Mientras íbamos de camino, me explicó que había vivido algunas semanas en varios lugares y que estaba buscando algún "pueblo verde" para instarlarse durante el invierno. Además, creía en el karma y en que todo lo malo trae algo bueno y viceversa.
Una vez en mi casa, llenamos sus bidones y otras cuatro o cinco botellas de agua, además de regalarle una tableta de chocolate blanco.
Él no paraba de agradecerme que lo tratase tan bien (¿?) y que, algún día, mis buenas acciones se verían recompensadas.
Cuando nos despedíamos, caí en la cuenta de que no sabía su nombre ni él el suyo. Entonces, saqué la mano para estrechársela y él, con un gesto amable, declinó mi oferta y dijo que no hacía falta saber nuestros nombres, que haber compartido un rato tan entretenido era mejor que saber un dato tan inocuo para las relaciones personales.
Entendí perfectamente lo que quiso decirme.
El joven partió, perdiéndose rápidamente entre la multitud que paseaba a esas horas por el paseo marítimo.

Nos vemos pronto por aquí.
¡A darle a los pedales!
La vida es como andar en bicicleta.
Para mantenerte en equilibrio,
tienes que seguir moviéndote.

Albert Einstein