martes, 22 de marzo de 2011

ALMERÍA, UN POCO DE HISTORIA (1ª Parte: Bajo el dominio musulmán)

Comienzo aquí un artículo de dos partes sobre la historia de mi ciudad, Almería, para que conozcáis un poco más cómo se forjó su carácter, sus pueblos y ciudades, además de descubriros algunos de los lugares menos conocidos de ésta.

¡Que lo disfrutéis!

La impronta que dejó el dominio musulmán en la ciudad de Almería es algo más que evidente en la parte más antigua de la ciudad que conforman la Alcazaba, la muralla de Jayrán y el entramado de calle estrechas y laberínticas de La Medina.

Vista panorámica de la La Medina desde la Alcazaba de Almería. A la derecha, se pueden observar la Iglesia de San Juan Evangelista y el Cuartel Militar, antiguo emplazamiento de la Mezquita Mayor.
 Es más; a pesar de la existencia de pequeños restos de época romana, no fue hasta el siglo X cuando se fundó oficialmente la ciudad bajo el mandato del rey Hakim, quien consideró el lugar como punto clave para la defensa de la que entonces era la localidad más importante de la comarca, Pechina.
La construcción de la Alcazaba de Almería comenzó inmediatamente después de que, en el año 950 D.C., Abderramán III concediera el título de medina a la, en ese momento, pequeña población Al-Mariyya Bayana , cuya principal actividad era el comercio marítimo.
Además, conjuntamente al levantamiento de este conjunto defensivo, se rodeó completamente la ciudad con un muralla y se edificó la Mezquita Mayor. Completaban el conjunto el sistema de aljibes de Jayrán, que abastecían de agua a la población transportando el preciado líquido desde el nacimiento de Alhadra.

Parte de los restos de la muralla que rodeaba la ciudad en su vertiente al mar. Bajo éstos, se hallaron restos de una fábrica de salazones de época romana.
Al-Mariyya Bayana comenzó a prospera rápidamente, hasta el punto de convertirse en el puerto más importante de Al-Andalus, como representa el hecho de que fuera elegida como base de la flota omeya y de que llegaran a sus comercios piezas de lugares tan remotos como Egipto, Siria, Francia e Italia.

La Alcazaba es, tal vez, el monumento más representativo de la capital almeriense. Su imponente estampa es visible prácticamente desde cualquier punto de ésta.
Rodeada por completo por murallas de entre tres y cinco metros de altura, esta edificación defensiva fue durante siglos el centro de gobierno político, militar y religioso de la ciudad que vivió una de sus épocas doradas.
El conjunto, capaz de albergar en su interior hasta 20.000 personas, se divide en tres recintos distintos que muestran claramente la evolución de la ciudad.

En el interior del primer recinto se levantaban viviendas organizadas en torno a estrechas callejuelas y abastecidas de agua por diversos aljibes.
Asimismo, en este lugar convivían civiles y militares, éstos últimos apostados en lo que se conoce actualmente como el Baluarte del Saliente.

Vista panorámica del interior del primer recinto. Al fondo, el Muro de la Campana de la Vela (o Muro de la Vela).

Aljibes. El agua llegaba de las fuentes de Alhadra y fue un factor decisivo en la evolución de la ciudad.
El segundo recinto se divide del primero gracias al imponente Muro de la Campana de la Vela y estaba destinado a las máximas autoridades de la ciudad, las cuales se alojaban en una serie de palacios adornados con todos los lujos de la época, como suelos y paredes de mármol, además de contar con dependencias propias como mezquitas, baños de agua caliente...
Actualmente, de este esplendor apenas quedan unos pocos restos visibles, pero si queremos hacernos una idea de su tamaño, basta con mirar la Torre de la Odalisca que, a pesar de su nombre, en realidad era parte de la pared del palacio más grande que se erigía en el lugar.
Es en esta parte del complejo amurallado donde, también, se levanta la Casa del Alcaide, levantada en el siglo XX siguiendo una imagen romántica de la Alhambra de Granada.

Panorámica del Muro de la Campana de la vela. A la derecha, la pequeña hermita de estilo mozárabe.
La Casa del Alcaide de noche. Este conjunto fue levantado bajo una imagen inspirada de la Alhambra de Granada.
Arco a la entrada del segundo recinto. El arco original se levantaba varios metros más atrás. El que podemos observar hoy día es una mala reconstrucción de principios del siglo XX hecho con restos aparecidos en los alrededores.
Panorámica de la zona en la que continúan los trabajos arqueológicos. A la derecha, la Torre de la Odalisca que, en realidad, era parte de la pared de un palacio.
Panorámica del segundo recinto. La explanada en primer plano estaba ocupada por palacios y zonas de lujo levantadas con materiales como mármol.
El tercer y último recinto consiste en una construcción fortificada añadida (o construída sobre otra ya existente) al conjunto tras la conquista de la ciudad por parte de los Reyes Católicos, en 1489.
En su interior se encuentran varios cañones, centenarias piezas de artillería apostadas allí en caso de ataque.
Exterior del tercer recinto (o el Castillo) de noche.
Vista panorámica del interior del tercer recinto. A la izquierda, junto a una pequeña palmera, se puede observar el pozo usado como mazmorra. También, podemos ver la imponente Torre del Homenaje, actual sub-sede del Centro Andaluz de la Fotografía y en la que se exhiben imágenes del Proyecto Imagina.
Interior del tercer recinto de noche. En la construcción del fondo se guardan las puertas originales de la Puerta de Purchena.
Cañón apostado en el tercer recinto. Ya en época cristiana, la Alcazaba se convirtió, junto a la Catedral, en los principales bastiones de defensa contra las incursiones de los piratas berberiscos.
A mediados del siglo XIX, las autoridades locales decidieron que, si la ciudad quería expandirse, se debían derruír las murallas que aún la rodeaban.
Así, a día de hoy, apenas quedan restos diseminados de ésta en la zona de Pescadería, la Alcazaba y, frente a ésta, en el conocido como Cerro de San Cristóbal, en el cual se levanta una enorme escultura de Jesucristo que domina una preciosa vista de la ciudad.

El Cerro de San Cristóbal y la Muralla de Jayrán.
Pero la huella de la dominación musulmana en la actual ciudad de Almería no se limita sólo al conjunto defensivo de la Alcazaba ya que a los pies de ésta se encuentra el barrio de La Medina, un conjunto de callejuelas estrechas y construcciones abigarradas unas junto a otras, siguiendo un patrón con clarísimas reminiscencias de la época árabe.

Por último, y como símbolo final de la Reconquista, la antigua mezquita mayor de la ciudad fue demolida en parte y sobre el solar resultante comenzó la construcción de la actual Iglesia de San Juan Evangelista.
Los proyectos de convertir la inmensa mezquita (se habla de una capacidad cercana a las 10.000 personas) en una catedral quebraron debido al terremoto de 1522, que asoló la población y tras el cual, el edificio combinó etapas de obras con otras de abandono. Tras diversos avatares (uso militar, bombardeos en la Guerra Civil...), volvió a abrir sus puertas en 1979.
Pero lo que llama la atención sobre esta construcción, y lo que la relaciona con la época de la mezquita mayor, es la conservación del muro de la qibla y el mirhab, datados en el siglo XII, y la integración de dichos elementos en el actual edificio.

Fachada de la Iglesia de San Juan Evangelista.
Fachada de la antigua Mezquita Mayor en el interior de la iglesia.
Detalle de la misma pared.
Altar de la iglesia.
Tal vez, sea ésta Iglesia la que más levanta mi curiosidad al poder admirar en un mismo lugar, a escasos metros uno de otro, elementos sagrados de dos religiones que tanto se diferencian, pero que, a la vez, se asimilan mucho más de lo que imaginamos.
Ante esta imagen, uno no puede evitar pensar que tanto derramamiento de sangre por ser fieles de una u otra creencia es el mayor absurdo que puede hacer el ser humano.

lunes, 14 de marzo de 2011

QUÉ LEER DURANTE UN VIAJE

Un libro es siempre un buen compañero de viaje. Habrá a quien le guste más llevarse su mp3, su teléfono móvil con multitud de aplicaciones, incluso su netbook, pero yo prefiero cargar en la alforja una o dos buenas lecturas para distraerme en mi tienda de campaña por la noche o a la sombra de un árbol durante las horas más calurosas del día.
Como para gustos ya están los colores, este artículo nace con la intención de ofreceros una amplia oferta de sugerencias de libros de varios géneros que, seguramente, harán el viaje más llevadero a más de un@.

· “Siete años en el Tíbet”, de Heinrich Harrer.

Seguro que bastantes de vosotros ha visto la película, protagonizada por Brad Pitt, y se emocionó con ella. Pues bien, para vosotros deciros que ésta no contaba ni la mitad de la historia.
Heinrich Harrer nos cuenta la parte de su vida en la que pasó de ser una estrella del alpinismo en la Alemania nazi a un vagabundo en el Tíbet tras escapar de un campamento de prisioneros. En su contínua huída, conoció a un jovencísimo Dalai Lama, con el cual forjó una amistad que duró durante años.

· “Tocando el vacío”, de Joe Simpson.

Convertida no hace mucho en un documental ganador de varios premios BAFTA (los Oscars del Reino Unido), es uno de los relatos de supervivencia más extraordinarios que he podido leer.
Joe Simpson y Simon Yates, dos jóvenes y ambiciosos escaladores británicos, se entregan por completo a la tarea de escalar una pared vírgen del Siula Grande, en los Andes peruanos. En un descuido, Joe sufre una lesión grave en la rodilla que no le permite caminar. A miles de metros de altura, eso significa una muerte segura, pero Simon intenta salvar a su compañero. En mitad de la noche, atrapado por una tormenta de nieve y sin noticias de Joe que cuelga decenas de metros más abajo, decide cortar la cuerda que les une.
Joe cae a un vacío de decenas de metros... para despertar en el interior de una cueva de hielo. Desde ese momento, el joven escalador hará todo lo posible para salir de allí.

· “Hacia rutas salvajes”, de Jon Krakauer.

Otro libro llevado magníficamente a la gran pantalla por Sean Penn. Es la obra que encumbró definitivamente a su autor y que llevó al gran público la controvertida historia de Chris McCandless, un joven de clase alta que decidió dejar atrás a su familia y donar todo su dinero a la caridad para marcharse a recorrer los Estados Unidos y, más tarde, aventurarse en Alaska, donde encontró la muerte.
A través de extractos de sus cartas y anotaciones, Krakauer intenta mostrarnos el mundo interior de Chris y las razones que le llevaron a separarse de todo lo que conocía para llevar una vida de eremita.
Un libro lleno de significado para quienes, como nosotros, sueñan con dejar todo atrás y viajar para descubrir nuevas formas de ver el mundo y las relaciones interpersonales.

· “Mal de altura”, de Jon Krakauer.

La “otra” obra maestra del escritor estadounidense, en la que nos narra los acontecimientos, vividos en primera persona, que acaecieron en la llamada tragedia del Everest de 1996: Un embotellamiento en el acceso a la cumbre desencadenó la peor catástrofe en la historia de la montaña más alta del mundo, en la cual perecieron ocho personas.
Krakauer nos narra cómo funciona el negocio de la escalada en la zona, además de dar luz sobre algunos de los aspectos más oscuros de éste.
(Este libro fue muy criticado por algunos supervivientes. Uno de ellos, Anatoli Boukreev, un escalador ruso, escribió su versión de los hechos: "The Climb".)

· “La ruta prohibida”, de Javier Sierra.

Dejemos a un lado sangre, sudor y lágrimas para disfrutar de este estupendo ensayo del autor de “La cena secreta”.
En este libro, se intentará dar respuesta a algunos de los más grandes enigmas de la Antigüedad y plantear nuevas cuestiones, recorriendo el globo desde Bolivia a Turquía y desde España a Egipto.
Un lectura fácil y entretenida que hará que te plantees si de verdad conocemos lo que ocurría en tiempos remotos.

· “31, Dream Street”, de Lisa Jewell.

Vamos a reír (y a llorar sólo un poquito) disfrutando de esta divertida novela (de género inclasificable, aunque suele encontrarse en la sección dedicada a obras románticas), cuya trama se levanta sobre varias historias paralelas, pero donde todos los personajes viven en la misma casa.
Un casero que necesita que todos sus inquilinos se marchen del viejo edificio que debe vender, un joven enamorado de una chica enferma, una mujer madura desengañada con el amor...
Varias vidas y un sólo objetivo: Ser felices.

· Trilogía del limonero, de Chris Stewart.
Si quieres acabar riéndote a carcajadas durante todo un mes, ésta es, sin duda alguna, la mejor recomendación posible.
Chris Stewart es un británico que, a través de esta trilogía, nos narra sus aventuras y desventuras al trasladarse de la fría campiña inglesa a las cumbres de la Alpujarra.

- “Entre limones: Historia de un optimista”.
La primera novela de este inglés algo excéntrico, ex-batería del archiconocido grupo Genesis, nos cuenta cómo se decidió a comprar una finca ruinosa, El Valero, e instalarse en Órgiva, donde conocerá a alguna gente de lo más extraña y vivirá divertidísimas situaciones que rozan el surrealismo.

- “El loro sobre el limonero”.
Una conspiración entre gallinas, codornices y palomas, la construcción de un embalse y el crecimiento de su pequeña hija, hacen que los planes de un retiro en el campo de Chris y su esposa peligren. Además, su vecino favorito encontrará su verdadera vocación, mientras un más que neurótico diseñador de exteriores les hará la vida imposible para construír un pequeño estanque.

- “The almond blossom appreciation society”.
Aún no se encuentra traducido al español el libro que, de momento, cierra las peripecias de Chris y su familia en la Alpujarra granadina.
En este tomo, Chris se verá forzado a dar una charla improvisada sobre sus libros y la historia de Sevilla en una reunión de ricos, sentirá curiosidad por las amistades de su hija y viajará a Marruecos en busca de unas semillas propiedad del mismísimo rey.

Además de estos tres libros, recomiendo su precuela, “Tres manera de volcar un barco: Un optimista a flote”, en la que conoceremos qué era de la vida de Chris y los suyos antes de mudarse a España.

Si, aparte de entretenerte, quieres aprender más, puedes contar con los excelentes libros de Eduard Punset (el presentador del programa “Redes” de TVE): “Cara a cara con la vida, la mente y el universo”, “El alma está en el cerebro”, “¿Por qué somos como somos?”, “El viaje a la felicidad: Las nuevas claves científicas”, “El viaje al amor” .

Bueno, creo que ésta sería una buena colección de lecturas para viajar, escogiendo uno o dos para cada viaje... Mmmm... ¡Si no fuera por el peso, me los llevaría todos!

martes, 1 de marzo de 2011

LUIS Y MERCEDES, LOS AVENTUREROS DE TANDEM-NOSTRUM

Antes de nada, me gustaría agradecer la acogida que ha tenido el vídeo-documental de la Transandalus 2010, con más de cien reproducciones en menos de 15 días. A tod@s, ¡muchas gracias!

Qué tendrá el Mediterráneo, el Mare Nostrum de los romanos, que atrae hacia sus orillas a toda clase de viajeros.
Así ha sucedido con Luis y Mercedes, una pareja sevillana que se ha marcado como reto recorrer toda su costa desde Algeciras hasta Estambul durante dieciocho meses.
Alguien puede pensar que es un proyecto muy parecido al de Nicolas Richaud que comentaba hace poco tiempo, pero no es así, tanto por el recorrido como por la bici en cuestión.
Y es que este par da pedaladas juntitos... en un tándem.

A mediados de la semana pasada, Arturo, el biker alavés asentado en Las Negras, me envió un mensaje avisándome de la llegada de Luis y Mercedes. Además, me invitaba a participar con los tres en la bicifestación que la Asociación Al Pedal convoca el último jueves de cada mes en la capital almeriense.
A pesar de que algunos conocidos las mencionaban de vez en cuando, la verdad es que yo no había participado nunca en una de ésas bicifestaciones... Y no sabéis cuánto me arrepiento ahora de ello.

Arturo y yo quedamos en el paseo marítimo, donde, al poco tiempo, se nos unieron Luis y Mercedes sobre su impresionante montura.
Uno no está habituado a ver esta clase de máquinas, por lo que se me hacía algo raro y le preguntaba alguna que otra cosa acerca de ésta (seguramente, les habrán planteado las mismas cuestiones cientos de veces).
Y no era el único que tenía dudas. Algunas personas se acercaban a admirar el tándem o formular alguna pregunta respecto a su manejo.
Tras las fotos pertinentes (aquí podéis ver las que hizo Arturo), partimos hacia el punto de inicio de la bicifestación: La puerta del teatro Apolo.
La hora de salida era a las ocho, pero, como buenos almerienses, la mayoría de los ciclistas que se unieron llegaron en torno a las ocho y cuarto o así.
No sé cuánta gente me esperaba, pero, sin lugar a dudas, no tanta. Aparecieron unas treinta a lomos de todo tipo de bicis; clásicas, reclinables, de paseo, de montaña...
Una vez que se dieron por finalizadas las presentaciones y demás charlas, nos lanzamos al asfalto.



El recorrido consistió en ciclar por algunas de las calles más conocidas (y concurridas) de Almería, como Obispo Orberá, el Paseo o Altamira, así como algunos de los enclaves más bonitos de la ciudad, como el Ayuntamiento y la Catedral. Así, acabamos de pedalear frente a las murallas de la Alcazaba y con el barrio de La Chanca iluminado por las farolas a nuestros pies.

Por supuesto, hubo tercer tiempo, con parada en un chiringuito del Parque Nicolás Salmerón, donde repusimos fuerzas a base de tapas y bebidas.
Pasadas las once de la noche, me despedí del grupo y pedaleé hasta casa, con el buen sabor de boca que queda siempre que uno disfruta de una jornada llena de emociones positivas.

Al día siguiente, Luis y Mercedes partieron hacia el Cabo de Gata, a seguir con su extraordinaria y valerosa aventura.

Podéis seguirlos en su web: http://www.tandem-nostrum.org/

¡Suerte, viajer@s!
¡Nos vemos por los caminos!
La vida es como andar en bicicleta.
Para mantenerte en equilibrio,
tienes que seguir moviéndote.

Albert Einstein