jueves, 26 de noviembre de 2009

DE PASEAR SIGUIENDO LAS NORMAS

El pasado fin de semana, tuve la oportunidad de recorrer el Cabo de Gata en un medio inusual para mí; en coche.

Siempre que me he adentrado en el Parque Natural ha sido en bici y, en menos ocasiones, a pie (desde el mismo faro), así que ir sentado tranquilamente, sin mover ni un músculo mientras los paisajes que tan bien conozco se sucedían entre sí en cuestión de minutos me resultaba un poco desconcertante, la verdad.

La ruta fue del agrado de mis acompañantes, dos chicas jóvenes y un matrimonio, todos de nacionalidad polaca, y consistió en Cabo de Gata, Las Salinas, Faro, San José, las playas de Genoveses, Mónsul y Los Escullos, Rodalquilar, Cortijo del Fraile, Los Albaricoques y la caldera volcánica de Níjar. Cada pocos minutos efectuábamos alguna parada para fotografiarnos o pasear por la arena. Fue un viaje encantador, con un día perfecto de sol, lleno de humor y ganas de descubrir cosas nuevas.

En cuestión de cuatro horas, recorrimos lo que yo tardaría casi un día entero a lomos de mi Trek.

Pero hubo un tramo, a la salida de Almería, desde la Universidad hasta el mismo pueblo de Cabo de Gata que no disfruté de igual manera.

Como todos los fines de semana, la carretera estaba plagada de ciclistas de toda índole, con bicis de montaña y carretera, unos en grupo y otros en solitario, todos disfrutando de un día envidiable.

La cuestión es que, durante dicho tramo, pude observar toda una galería de infracciones dignas de ser sancionadas con toda dureza, desde gente que no llevaba el casco hasta grupos de hasta ocho personas circulando alegremente en paralelo. La entrada al pueblo de Cabo de Gata (con un par de ciclistas circulando por mitad de la calzada) era el perfecto ejemplo de lo que NO se debe hacer sobre una bicicleta.

Los ciclistas siempre estamos pidiendo ser respetados por los conductores de los demás vehículos, alegando que somos un medio de transporte débil, entonces, ¿por qué hay un gran número de nosotros que no cumple con las normas de seguridad más básicas?

Nos ofendemos cuando alguien nos pregunta por qué no dejamos de circular por el asfalto con nuestras bicicletas, alegando que es una locura por la cantidad de coches que circulan a toda velocidad, pero, en cambio, lo de ponernos un casco nos parece una nimiedad (¡con lo bien que quedan los pañuelos o las gorras!).

“A veces, parece que luchamos por lo que es nuestro durante toda la semana para echarlo todo por tierra durante el fin de semana”, me aseguraba un amigo al comentarle el lamentable espectáculo que había presenciado días antes.

Bueno, al menos me consuela saber que se trata de una minoría y que el resto, miramos bien antes de cruzar, nos equipamos apropiadamente y reñimos a aquéllos que se saltan las reglas.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

SERÓN, MAGIA BLANCA

(Artículo elaborado para el Boletín de la Transandalus)



SERÓN, MAGIA BLANCA



Serón es uno de los pueblos blancos de la Sierra de los Filabres, lo cual es sinónimo de aire puro y muchas posibilidades de diversión sobre dos ruedas debido a lo accidentado del terreno que, si bien no es muy exigente, sí ofrece la posibilidad de disfrutar de rutas para varios niveles de dificultad.

Enclavado en el Noroeste de la provincia de Almería a una altitud de 822 metros, se encuentra a unos 127 kilómetros de la capital almeriense, justo en el límite con Granada y a cierta distancia de la Sierra de Baza.

El origen de la localidad se encuentra en la conocida como Cultura de las Cuevas, período durante el cual, el hombre primitivo vivió en distintas oquedades y grutas de la zona, dejando a su paso diversos restos que atestiguan su presencia como cuencos, armas y otros utensilios cotidianos.
De esta época, datan los yacimientos prehistóricos de la Cueva de la Morciguilla, la Cueva de la Sarna y la necrópolis megalítica de El Marchal.
También, dejó su impronta en la zona la famosa cultura de El Argar.

Durante la ocupación musulmana de Al-Andalus, Serón vivió una época de esplendor y prosperidad, debido en gran parte a la protección que ofrecía la fortaleza (actual Castillo de Serón), situada en la parte más elevada del emplazamiento y desde donde se podía divisar y mantener bajo vigilancia la cuenca del Valle del Almanzora.

Los últimos tiempos estuvieron marcados por la actividad minera, abandonada a mitad del siglo XX y cuya época dorada está personificada en la estación de tren.

El resultado del paso de tan distintas civilizaciones y culturas por Serón, son los monumentos que salpican la localidad y sus alrededores.
De visita obligada son el ya mencionado Castillo, la Iglesia de Ntra. Sra. De la Anunciación y la Ermita de Ntra. Sra. De los Remedios.
Mención aparte merecen Las Menas, zona de alto valor ecológico y con restos mineros diseminados por la zona.

Pero hablemos de lo que realmente interesa al cicloturista; el papeo.
La caza es un elemento económico de primer orden en Serón y los frutos de sus huertas no tienen nada que envidiar a los que se producen en otras zonas de la provincia, pero el producto estrella es, sin lugar a dudas EL JAMÓN.

Su producción y elaboración son hechos desde la tradición. Y, os puedo asegurar, que el sabor es excepcional (nada mejor para una dura jornada pedaleando que un buen “bocata” de jamón de Serón y queso).

Un menú típico de Serón, además de las delicias porcinas, contaría con platos como gurullos con perdiz, liebre o conejo, gachas o migas cortijeras. También, entrarían otras exquisiteces como potajes y cocidos, según la época del año.
Y para endulzarnos el camino, podemos degustar leche frita, uvas o las famosas (y deliciosas) mistelas de Serón.
Tras deleitarnos con los manjares típicos que ofrece el pueblo, y dependiendo de las fechas en que lo visitemos, podremos disfrutar de alguna de las fiestas populares que se prodigan en el calendario local, como el Día de la Candelaria (2 de Febrero), en el que las familias van al campo a disfrutar de un día en la naturaleza, las fiestas patronales, en honor a la Virgen de los Remedios (15 de Agosto) y las Luminarias de Santa Lucía (13 de Diciembre).
Además, el primer fin de semana de julio se celebra la Fiesta del Jamón, a la que cualquier buen degustador debe acudir.

Así es, a grandes rasgos, Serón, un pueblo encantado en las faldas de la Sierra de los Filabres, cuya accidentada orografía y espectaculares paisajes harán las delicias de todo aquél que la visite a lomos de su bicicleta.
Que la disfrutéis.

CARTA A LOS TRANSANDALUCER@S

Esta es la carta que le envié a Fran Cortés, uno de los máximos responsables de la Transandalus en agradecimiento a la ardua labor que conlleva mantener una ruta tan excepcional como divertida.

Estimado Fran:

Siento no haber podido enviarte la crónica o alguna foto de mi travesía por las Alpujarras, pero se debió a que la cámara de fotos, en la que almacenaba las imágenes y comentarios en audio a modo de diario, se estropeó debido a la humedad del último día.

He sentido la obligación de dirigirte estas líneas para decirte a ti y a tod@s los transandalucer@s que han hecho esta ruta posible: ¡GRACIAS!
Gracias por vuestra dura y compleja labor a la hora de crear (y mantener) esta magnífica ruta por nuestra tierra y la fantástica página web en la que ésta se soporta.
Gracias a tod@s vosotr@s, éste ha sido, sin lugar a dudas, la mejor travesía en solitario que he realizado en mi vida.

A pesar de haber recorrido la Alpujarra varias veces, sólo habían sido experiencias de un día o dos.
Pero recorrerla durante varios días seguidos, viendo cómo el paisaje cambiaba cada día ante mí (montaña, valles, llano, subidas, frondosos pinares, páramos semi-desérticos…), ha sido como redescubrir de nuevo una zona tan hermosa a la par que poco conocida.

Bebí agua pura de mil fuentes, vi animales salvajes pastando tranquilamente a mi paso, pude contemplar el firmamento sin contaminación lumínica alguna y dormí en rincones donde nadie lo había hecho antes.
Hablé con ancianos que me contaron cómo era la vida por aquéllos lares hace menos de cincuenta años, una vida casi del Medievo. También, degusté platos típicos y fui recibido siempre con amabilidad por parte de gentes sencillas.
De veras que, a veces, me costaba reconocer que estaba en mi propio país, en mi propia tierra. Por momentos así, llegué a la conclusión de que, la mayoría de las veces, no sabemos apreciar (o buscar) lugares así, que están muy cerca de nosotros y, entonces, los buscamos fuera.

En esta ruta, me he enamorado de nuevo del cicloturismo, del simple placer de pedalear rodando por paisajes impresionantes y bellos.
Tanto es así que me estoy planteando seriamente el hacer la Transandalus completa la próxima primavera. Si menos de una de semana me ha deparado tantas experiencias y sensaciones, ¿cuántas acumularía al finalizar casi un mes de travesía?

Desde ya os ofrezco mi ayuda, en forma de artículos y/o lo que preciséis, para poder devolveros al menos un poco de toda la alegría que este viaje me ha proporcionado, en gran parte, a vuestra maestría al trazar esta maravillosa ruta.

De nuevo, muchas gracias a tod@s y… ¡a seguir pedaleando!

FRAN
La vida es como andar en bicicleta.
Para mantenerte en equilibrio,
tienes que seguir moviéndote.

Albert Einstein