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miércoles, 7 de julio de 2010

¡¡YA LLEGÓ EL VERANO!!

Es algo que nunca falla, casi matemático.
Llega el verano y salen ciclistas de hasta debajo de las piedras. Se puede ver en los paseos marítimos y las plazas de los pueblos bastante gente rodando de un lado a otro. También, en los foros de Internet, aparecen nuevos usuarios preguntando temas como rutas, componentes…

Eso sí, también casi matemáticamente, la mayoría de éstos “nuevos” ciclistas, desaparecerán durante el invierno. Es algo así como el ciclo natural del ciclismo en nuestras ciudades y campos: A tope en verano y cero patatero en invierno.
No sé si algún día llegaremos a niveles de uso tan grandes como en Holanda, donde, según un estudio, ya hay más bicis que habitantes, pero si se consiguiera motivar a esta gente (o a una parte de ésta) para que siguiera utilizando la bici en los meses más fríos, se ganaría un buen número de adeptos a este sistema de transporte.

Mi hermano (otro ciclista de "ida y vuelta") y yo en el Paseo Marítimo de Almería.

Y, ahora, unos consejillos prácticos para estos ciclistas “de ida y vuelta”:

EL CASCO SIEMPRE PUESTO Y BIEN ABROCHADO.
El que se dude de la utilidad del casco a estas alturas es algo que me saca de quicio, y más si se defiende su no utilización con excusas como el manido “de qué me servirá si me golpea un coche a 200 km/h”. Calcula las posibilidades de que eso te suceda y, luego, haz recuento de las veces que te la has pegado contra el suelo yendo a mucha menos velocidad.
Escenas como la que pude observar hace pocos días de una familia (papá, mamá y dos niños de 9-11 años), sin casco y circulando por el borde de la carretera son para poner el grito en el cielo y más allá.

LAS SEÑALES DE TRÁFICO NO SÓLO SIRVEN PARA APOYARTE MIENTRAS TE ECHAN UNA FOTO: RESPÉTALAS.
Sí, de verdad, que están puestas ahí por algo.
Y es que las señales de tráfico son la gran asignatura pendiente de todos los españoles, tanto si van en coche como en bici o tacatá: Hacemos caso de sus indicaciones sólo cuando la cosa está muy jodida (con los radares ni os cuento).
El problema, sobretodo en ciudad, es que estos ciclistas “de ida y vuelta” ignoran las señales y se mueven de un lado a otro por lugares habilitados para el paso de peatones, como los pasos de cebra y las aceras, lo que lleva a una mala imagen de los usuarios más habituales de las dos ruedas (ya sabéis, la manía de generalizar las cosas que tiene la gente).

CON 40º A LA SOMBRA A LAS DOS DE LA TARDE, LO MEJOR ES NO SALIR CON LA BICI.
Increíble, pero cierto: Parece que hay gente con tendencias suicidas que se lanza a pedalear bajo un sol inmisericorde a pleno mediodía, uniendo así los tres ingredientes principales para sufrir un golpe de calor: altas temperaturas, esfuerzo físico y deshidratación. No está la cosa para muchas bromas con la ola de calor que estamos sufriendo estos días…
Para esto, la mejor solución es NO SALIR ANTES DE LAS 7 DE LA TARDE (como mínimo) Y BEBER MUCHO LÍQUIDO DURANTE TUS SALIDAS.

Bueno, pero no nos pongamos políticos, que suficientes hay ya pululando por ahí fuera.
Si eres de los que prefiere tirarse el veranito rascándose la panza y con la bici aparcada en el garage “porque suficiente caña te has dado en invierno y primavera”, puedes disfrutar del ciclismo por la tele porque ya está en nuestras pantallas… ¡¡el Tour de Francia!!
Y es que, si hay algo que nuestros vecinos de los Pirineos saben hacer bien (aparte de los quesos, el vino, las mujeres, el cine, la torre Eiffel…), es organizar carreras importantes. Allá tenemos a Contador con ganas de su tercera victoria, pero Armstrong viene más fuerte y con más ganas que el pasado año.
No me extenderé mucho con este tema porque estoy preparando un especial sobre el ciclismo de competición… Además, que me emociono sólo de pensar en los etapones que vamos a disfrutar estas semanas.

Tened cuidado, nos os tostéis demasiado al sol (l@s que puedan) y ¡nos vemos por los caminos!

miércoles, 10 de febrero de 2010

ABUELOS VOLADORES Y OTRAS CRIATURAS CICLÍSTICAS (I)

En Almería tenemos varios ejemplos de que darle a los pedales es para todas las edades.

Conozco a un par de niños, de unos 6 y 8 años, que tienen sorprendidos a sus padres por la afición que tienen al ciclismo. Uno de ellos en particular no es feliz si no sale a pedalear al menos una vez al día, llueve, haga viento o calor. Además, el carril-bici de la universidad se le quedó corto hace tiempo…

En el paseo marítimo, también se ven niños más normalillos, a los que salir con la bici un rato es limitarse a dar cuatro pedaladas por el enlosado para, a continuación, intentar correr sobre la arena de la playa, con el consiguiente revolcón por ésta.
En una noche de verano, mientras yo y unos amigos cruzábamos el lugar de regreso a casa tras una rutilla por la playa, paramos para beber agua y charlar un poco antes de separarnos.
En estas, un niño de unos cuatro años se acercó a nosotros montado en su bicicleta, que aún se apoyaba en patinetes. Me quedé extrañado al ver el gesto de su rostro…Estaba con la boca abierta, como si estuviera viendo algo extraordinario.
- ¡Hey, chiquitín! – le dije - ¿Qué tal estás?
Asintió. No era una respuesta, pero era igualmente válida. Miró nuestras bicis por unos segundos, con el mismo gesto de sorpresa en su semblante.
- ¿Te gustan las bicis? – le preguntó uno de mis amigos.
Volvió a asentir con la cabeza, pero siguió igual hasta que, en un momento dado, se acercó un poco más y, en voz baja, preguntó:
- ¿Sois astronautas?
- ¿Qué? – pregunté. Ahora éramos nosotros los sorprendidos.
- ¿Sois astronautas?
- ¿Por qué lo dices? – le pregunté.
Señaló con su dedito índice las luces de seguridad de nuestras bicicletas y dijo:
- Por eso – y añadió- Y por la ropa que lleváis. Y por el casco.


El paseo marítimo de Almería.

También, tenemos el otro extremo de la escala, gente mayor que traga kilómetros casi todos los días.

Una vez dejas atrás el pueblo de Cabo de Gata, se encara una laaaaaaarga recta por las salinas del mismo nombre hasta poco antes del comienzo de una subida para alcanzar el faro del Cabo. A un lado, hay una extensísima playa bañada por el Mar Mediterráneo y, al otro, las salinas donde se pueden observar flamencos y otras especies de aves, con unos observatorios desde los que fotografiar a las aves que allí viven.
A mitad ya de la recta mencionada, me sentía pletórico por el buen ritmo que llevaba.
Entonces, detrás de mí, divisé un ciclista al principio de la recta. “Demasiado lejos como para que me alcance”, pensé yo (mi vena competitiva, siempre lista).
Seguí pedaleando a aquél ritmo que se me antojaba superior al que estaba acostumbrado, admirando el paisaje, disfrutando del sol.
De nuevo, volví la vista atrás… ¡Imposible! ¡Aquél ciclista había cubierto en apenas cinco minutos lo que yo en diez! De haber sido una carrera, estaría en graves apuros.
Decidí aumentar un poco el ritmo durante un par de minutos. Seguro que aquél tipo desistiría en su “ataque” (de nuevo, la vena competitiva, esta vez, sin ni siquiera conocer al presunto rival).
Pero, al cabo de unos instantes, empecé a escuchar el pedaleo de mi enemigo. Lo llevaba pegado…
De repente, me pasó como un misil.
Me quedé de piedra: Mi rival era un hombre de más de sesenta años a lomos de una antigua bicicleta de carretera que, al adelantarme, me saludó educadamente con un gesto con la cabeza.
Comenzó a alejarse de mí a una velocidad increíble. Por mi parte, yo fui aminorando la velocidad hasta que me detuve por completo… “¿Me doy la vuelta o sigo?”, pensé.
Decidí seguir adelante con el orgullo herido. Además, siempre tenía la excusa de que yo llevaba las alforjas cargadas a tope y él no llevaba nada...


La recta de las salinas en la que me adelantó aquél misil de 60 años...

jueves, 28 de enero de 2010

PROYECTO SORPRESA: RESTAURAR UNA BICICLETA

Pues sí, tal y como reza el título del post, me ha llovido del cielo una bicicleta de carretera con unos cuantos años (y kilómetros) encima y me he propuesto devolverla a la vida.

Se trata de una Torrot, un hierro de (creo) finales de los 70, principios de los 80, aunque el modelo es aún desconocido, pero espero que con la ayuda de mis amigos de Bicis Clásicas podré desvelar la incógnita.
Como aún no le he tomado ninguna fotografía, os pongo esta imagen para que os déis una idea de cómo es (ésta es la máquina que restauró Susonauta, uno de los foreros de rodadas.net):



Llevaba tiempo con ganas de hacerme con una bicicleta de carretera, pero, como seguramente habéis comprobado más de uno, incluso las seminuevas tienen un precio más que elevado. Y qué decir de las que hay en Decathlon... No me parecen ideales, la verdad, pero seguro que hacen el apaño a más de uno.

Había intentando comprar otras dos bicis de carretera hacía ya un par de meses, pero la cosa no funcionó, así que estaba a punto de dar por perdido el tema cuando recibí una llamada de mi hermano preguntándome si estaría interesado en la bicicleta que un amigo suyo tenía abandonada en un almacén. Le pedí que me enviara una foto de la susodicha y, nada más verla, le dije que me hacía con ella.

La misma mañana que mi hermano me compró la Torrot, me puse a investigar acerca de la marca en Internet. En verdad, ya conocía la marca alavesa por sus ciclomotores, pero desconocía por completo que hubiesen tenido una división de bicicletas.
De todas formas, encontré más bien poco, así que, a la espera de confirmar qué modelo es, he empezado a analizar las posibilidades que me ofrece la bici en sí.

La verdad es que la bicicleta está más que bien. Evidentemente, algún que otro tornillo está tocado, y la cadena está pididiendo a gritos la jubilación, pero, en cambio, otros elementos, como llantas, pedalier o el cuadro, no se resienten tanto como cabría esperarse tras los años y años de dejadez, polvo y abandono.
De momento, aún estoy elaborando una lista de las piezas que necesitan reponerse o, si es posible, cambiarse por alguna más moderna.

En cuanto al proceso de restauración, en un principio lo había enfocado sólo hacia el cicloturismo, pero, conforme la examinaba, me di cuenta de que podría sacarle partido, también, para alguna que otra ruta de un día con los amigos y complementar con ella mi entrenamiento para ganar fondo (en ciclismo de montaña, es normal usar la bici de carretera entre semana y la de montaña, sólo cogerla en fin de semana).

El primer paso será lijarla bien a fondo para eliminar cualquier rastro de su desvencijado y dañado color actual, así como cualquier rastro de óxido (aunque, sea dicho, no he encontrado rastro de él en todo el cuadro, lo cual es buena señal).
Ya he decidido con qué colores la volveré a pintar...

Voy a hacer mi pequeño homenaje al grandísimo Marco Pantani poniéndole los colores de la Bianchi de 1998, el año en el que italiano ganó el Tour y el Giro.
Además, es una mezcla de colores muy llamativa.


Aquí, Pantani en su elemento, subiendo un puerto de montaña. Abajo, la Bianchi con la que ganó el Giro del 98.



Con los colores ya elegidos, tendré que comenzar a trabajar en los demás elementos de la bici... Aunque, de momento, todo esto es algo así como un esbozo.

Os iré informando del proceso según vaya a avanzando.
La vida es como andar en bicicleta.
Para mantenerte en equilibrio,
tienes que seguir moviéndote.

Albert Einstein