miércoles, 25 de noviembre de 2009

SERÓN, MAGIA BLANCA

(Artículo elaborado para el Boletín de la Transandalus)



SERÓN, MAGIA BLANCA



Serón es uno de los pueblos blancos de la Sierra de los Filabres, lo cual es sinónimo de aire puro y muchas posibilidades de diversión sobre dos ruedas debido a lo accidentado del terreno que, si bien no es muy exigente, sí ofrece la posibilidad de disfrutar de rutas para varios niveles de dificultad.

Enclavado en el Noroeste de la provincia de Almería a una altitud de 822 metros, se encuentra a unos 127 kilómetros de la capital almeriense, justo en el límite con Granada y a cierta distancia de la Sierra de Baza.

El origen de la localidad se encuentra en la conocida como Cultura de las Cuevas, período durante el cual, el hombre primitivo vivió en distintas oquedades y grutas de la zona, dejando a su paso diversos restos que atestiguan su presencia como cuencos, armas y otros utensilios cotidianos.
De esta época, datan los yacimientos prehistóricos de la Cueva de la Morciguilla, la Cueva de la Sarna y la necrópolis megalítica de El Marchal.
También, dejó su impronta en la zona la famosa cultura de El Argar.

Durante la ocupación musulmana de Al-Andalus, Serón vivió una época de esplendor y prosperidad, debido en gran parte a la protección que ofrecía la fortaleza (actual Castillo de Serón), situada en la parte más elevada del emplazamiento y desde donde se podía divisar y mantener bajo vigilancia la cuenca del Valle del Almanzora.

Los últimos tiempos estuvieron marcados por la actividad minera, abandonada a mitad del siglo XX y cuya época dorada está personificada en la estación de tren.

El resultado del paso de tan distintas civilizaciones y culturas por Serón, son los monumentos que salpican la localidad y sus alrededores.
De visita obligada son el ya mencionado Castillo, la Iglesia de Ntra. Sra. De la Anunciación y la Ermita de Ntra. Sra. De los Remedios.
Mención aparte merecen Las Menas, zona de alto valor ecológico y con restos mineros diseminados por la zona.

Pero hablemos de lo que realmente interesa al cicloturista; el papeo.
La caza es un elemento económico de primer orden en Serón y los frutos de sus huertas no tienen nada que envidiar a los que se producen en otras zonas de la provincia, pero el producto estrella es, sin lugar a dudas EL JAMÓN.

Su producción y elaboración son hechos desde la tradición. Y, os puedo asegurar, que el sabor es excepcional (nada mejor para una dura jornada pedaleando que un buen “bocata” de jamón de Serón y queso).

Un menú típico de Serón, además de las delicias porcinas, contaría con platos como gurullos con perdiz, liebre o conejo, gachas o migas cortijeras. También, entrarían otras exquisiteces como potajes y cocidos, según la época del año.
Y para endulzarnos el camino, podemos degustar leche frita, uvas o las famosas (y deliciosas) mistelas de Serón.
Tras deleitarnos con los manjares típicos que ofrece el pueblo, y dependiendo de las fechas en que lo visitemos, podremos disfrutar de alguna de las fiestas populares que se prodigan en el calendario local, como el Día de la Candelaria (2 de Febrero), en el que las familias van al campo a disfrutar de un día en la naturaleza, las fiestas patronales, en honor a la Virgen de los Remedios (15 de Agosto) y las Luminarias de Santa Lucía (13 de Diciembre).
Además, el primer fin de semana de julio se celebra la Fiesta del Jamón, a la que cualquier buen degustador debe acudir.

Así es, a grandes rasgos, Serón, un pueblo encantado en las faldas de la Sierra de los Filabres, cuya accidentada orografía y espectaculares paisajes harán las delicias de todo aquél que la visite a lomos de su bicicleta.
Que la disfrutéis.

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Albert Einstein